Libro: TEMAS PIAGETIANOS
Lauro de Oliveira Lima
EDITORA AO LIVRO TÉCNICO S.A
Indústria e Comércio
Río de Janeiro – RJ / 1984
Profesor,
especie en extinción (1ª parte)
Con el descubrimiento de la prensa,
comienza la extinción de la función del profesor
- ¿El profesor del futuro será un casete?
– El programa es síntoma de arcaísmo- ¿La pelota o el juego? – ¿El contenido o la
operación? – Motricidad y el grupo de desplazamiento – Los paidagogos griegos y el magister
ludi romano – La memoria de la inteligencia
La tendencia general del desarrollo
tecnológico es sustituir la actividad humana por máquinas. Si es así, ¿podemos prever que la función del
magisterio será sustituida por circuitos de televisión? Cuando se lanzó en el
mercado la máquina fotográfica, la arqueológica pintura al natural, perdió toda
su funcionalidad, como la profesión del copista (escriba) fue extinguida por la
prensa de Gutenberg. La introducción de una computadora en un banco, por ejemplo,
elimina una decena de funciones tradicionales (el contable está perdiendo
terreno a ojos vistas). El mes pasado, en Ceará, vi cuarenta mil alumnos
regulares recibiendo clases en sus salas, las cuales se originaban en una estación
de televisión. Cada clase tiene un orientador especialista en dinámica de grupo
que estimula a los alumnos para que realicen las actividades sugeridas por la
televisión, con el agravante de que las clases funcionan, en perfecto orden, cuando
el orientador falta.
HISTÓRICO
El paidagogos, en la Grecia heroica y en la Roma Imperial, era el esclavo
que (como la canguro de nuestros días) paseaba con el niño y lo llevaba a la
escuela, enseñándole etiqueta. El maestro (magister
ludi) tenía como función, en un primer momento (trivium), enseñar el manejo de la lengua (gramática, retórica y
dialéctica) y, en un segundo momento (quadrivium),
ejercitaba al niño en el cálculo y en las artes matemáticas (aritmética,
geometría, música y astronomía), actividades, hoy, típicas del jardín de infancia.
Con la llegada del cristianismo, las escuelas (rarísimas) comenzaron a
funcionar en conventos y parroquias, orientadas para la catequesis (modalidad
escolar que los jesuitas, con atraso de algunos siglos, trajeron para Brasil),
con la institución de las universidades (alrededor del año 1000), la función del
magisterio se confundió con la del lector
(aquel que sabía leer los manuscritos cuyo contenido los alumnos analfabetos
precisaban aprender).
En este momento, se detuvo la evolución
de la función del maestro. Los profesores no se enteraron del descubrimiento de
la prensa (divulgación en masa de los manuscritos archivados en las
universidades) ni de la generalización de la alfabetización (dispensando, por lo tanto, el servicio precioso de
los lectores). Aún hoy los profesores
se comportan como si los alumnos fuesen analfabetos y como si los libros no estuviesen
disponibles. La clase expositiva denominada, también, clase de salivación es muy común. Este tipo de profesor es un fósil,
una especie en extinción. Si la función del profesor es exponer determinado contenido (informar), conseguimos esto, con más
eficiencia, a través de un pequeño banco
de casetes. La función de informar ya no es una tarea del profesor, sino de
los libros, de la radio, de la televisión, de la computadora, de la máquina de
calcular, del banco de datos, etc. Difícilmente, el profesor puede competir con
estos modernos instrumentos de difusión de conocimiento, sobre todo, porque estos
instrumentos pueden captar la información en el más alto nivel disponible y alcanzar,
instantáneamente, a millones (satélites artificiales). La clase conferencia, hoy
solo se justifica para las grandes síntesis (clase de sapiencia) y los simposios
(comunicación de información aún no disponible en los bancos de datos). Es la
especialidad de las vedetes intelectuales
encargadas de agitar la inercia de los
centros de transmisión de conocimientos. (Continúa…)
Octubre,
1978