Libro: Para qué sirven las escuelas
Autor: Lauro
de Oliveira Lima
Editora Vozes
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MODERNIZACIÓN DE LAS
ARTES TRADICIONALES
1º Parte
La humanidad elaboró, a lo largo de las eras, una serie
de «artes» (técnicas) correspondientes a sus necesidades básicas: el arte culinario,
la agricultura, la cerámica, la pecuaria, el arte textil, la arquitectura, la ingeniería,
la puericultura, la medicina… y la educación. Gran parte de la evolución
civilizadora (cultura) se basa en la simple sustitución progresiva de modelos
de acción empírica por modelos tecnológicos basados en estudios científicos
(influencia de la racionalidad en el comportamiento práctico). La modernización
consiste, pues, en dar bases científicas a esas actividades y en inventar nuevas
técnicas que hagan que el proceso de producción sea más eficiente, eficaz y
económico. Los cambios ocurridos durante los últimos siglos, en esas viejas
«artes» fueron espectacularmente drásticos y acelerados. La invención del telar,
por ejemplo, produjo, casi por sí sola, la «revolución industrial» (procesos
mecánicos de tejer). Lo mismo está sucediendo, por ejemplo, en la agricultura, en
la pecuaria, en la arquitectura. Pero, donde la ciencia y la tecnología subvirtieron
profundamente un «arte tradicional» fue en la medicina (la expectativa de
supervivencia pasó de 27 años, en Roma, para casi 80 años, actualmente, en
Estados Unidos). La medicina se transformó en «ingeniería genética»,
manipulando el propio núcleo de la vida a través de la «biología molecular». El
médico (función ejercida hasta por los peluqueros, que funcionaban como
cirujanos) precisa, hoy, ser un científico (por lo menos, los científicos
formulan las técnicas que el médico común aplica, a veces sin entender mucho lo
que sucederá en el organismo). Hechos parecidos pueden encontrarse en la evolución
de casi todas las «artes tradicionales», incluso en el «arte culinario». ¡Menos
en la educación! Comparadas con los modelos usados en la «iniciación tribal»,
(prehistoria), en Roma, en Esparta, en la Edad Media, antes de la Revolución
Francesa, la pedagogía, la puericultura, la didáctica, el proceso escolar y la
metodología no presentan diferencias hoy. Al contrario: el «fracaso escolar»
(histórico y universal) parece que aumenta mientras el tiempo pasa (reprobación,
evasión, bajo rendimiento, pérdida de conocimiento, fraude, etc.). La investigación
científica (psicología, biología, genética, epistemología genética, neurología,
etc.) no influye en la tecnología educacional. El profesor, agente de la educación,
se comporta, hoy, como un simple artesano tradicional, repitiendo habilidades inmemoriales.
Si Aristóteles (450 a.C.) volviera al mundo, verificaría que los profesores repiten,
aún, su modelo (peripatético) de dar clase, en la parafernalia de un universo
dominado por la sofisticada tecnología. Eso en la mejor hipótesis, pues un
grupo de iniciados (conocimientos infusos) propone ahora las más pintorescas
actividades , como si eso fuera «educación»: espontaneísmo, escuela salvaje,
ortofrenia, psicoanálisis, logopedia, educación artística, educación popular,
pedagogía del amor, etc., abandonando totalmente los intentos tradicionales de
enseñar (contenido) y de entrenar (habilidades), de tal modo que, alarmado, un
grupo de educadores simplemente predica el «el retorno a la pedagogía antigua»,
por lo menos como estrategia (curvatura de la vara) para retomar el
sentido común (la finalidad indiscutible de la escuela es enseñar). Fuimos de
los procesos empíricos tradicionales para las fantasías modernas del pensamiento
mágico (el despertar de los magos). No me admiro. En la medicina también existen
profesionales que miran hacia atrás, a pesar de que algunos usan «marcapasos»,
drogas para desobstruir las coronarias, puentes de safena, muchos que
contrajeron una inmensa deuda con la medicina moderna, no habiendo medios de
convencerlos sobre las sandeces de las soluciones mágicas que proponen, lo que
equivale a la curandería atávica (recientemente, un científico compatriota se sometió,
en público, a la práctica de dos hechiceros indígenas). ¿Por qué el proceso
educacional no se moderniza, utilizando la ciencia y la tecnología, los
instrumentos de eficiencia y eficacia? ¿Por qué el «fracaso escolar» aumenta en
vez de disminuir, al contrario de lo que ocurre en todas las otras «artes
tradicionales»? Por hipótesis (solamente por hipótesis), el magisterio (los
agentes de la educación) debería dominar las más recientes y complejas
conquistas científicas y tecnológicas de la humanidad, para transmitirlas a las
nuevas generaciones, como era habitual en la prehistoria, a través de la «iniciación
tribal» (la educación continúa siendo una «iniciación tribal») – por lo menos es
la tarea que la sociedad le atribuye al magisterio: enseñar contenidos. El
profesor debería ser el transmisor de las mejores conquistas de la «tribu», ¡cómo
en la prehistoria! Pero, cotejando ese grupo profesional con los otros
(médicos, agrónomos, nutricionistas, ingenieros, etc.), se verifica que es el
grupo menos informado sobre la investigación científica, sobre todo la investigación
referente a su área profesional (psicología, biología, genética, historia del
conocimiento científico, epistemología genética, etc.). Aún hoy (problema que existe
desde la antigua Grecia y la antigua Roma) no se sabe cómo alfabetizar a los
niños. Existen centenas de métodos conflictivos, manteniendo el fracaso escolar
en el mismo nivel histórico…
(continuará…)