PARA QUÉ SIRVEN LAS ESCUELAS
Lauro de Oliveira Lima
Ed. Vozes
2
2º Parte
EL MAYOR CIRCO DE LA TIERRA
…Las unidades escolares son ganglios de la inmensa red
burocrática cuyo modelo de funcionamiento se rige por una enciclopedia de
documentos oficiales, órdenes de servicio, dictámenes, decretos (legislación
escolar), cuya finalidad es uniformizar el funcionamiento de las unidades del
sistema e impedir cualquier iniciativa individual de diversificación. Los
profesionales que ejecutan las tareas previstas no tienen ninguna libertad para
tomar decisiones. Funcionan como muñecos de ventrílocuo (todos se quejan de que
no mejoran porque son impedidos por el «reglamento»). Cualquier tentativa de
mayor eficiencia y de obtención de mejores resultados o de modernización es
bombardeada por la niveladora máquina burocrática que no admite diferencias
cualitativas. Todos los profesionales son tratados como absolutamente iguales
en relación a sus niveles de competencia. Para garantizar (¿?) el
funcionamiento del proceso escolar (el acto simple y primitivo de dar clase),
el profesor se ve, por lo tanto, asesorado por un inmenso aparato burocrático
que comienza en el MEC (Ministerio de Educación y Cultura) y en las secretarías
de educación, pasa por los consejos (productores de inmensa montaña de
dictámenes) hasta llegar a las unidades escolares, con su ejército de
burócratas y técnicos. ¡El alumno circula dentro de ese inmenso engranaje de
forma anónima y sale, al final de la línea de producción, promovido o no
aprobado!
Todo eso contrasta con la agilidad y eficiencia de las
unidades escolares autónomas. En algunos países, se intenta superar ese confuso
e ineficaz gigantismo, con el «cheque-educación», entregado a cada alumno para
pagar su matrícula en el sistema particular, o con la financiación de las
escuelas particulares, directamente o mediante el pago gubernamental del cuerpo
docente. Se piensa, también, en entregar las unidades escolares a la comunidad
(asociación de padres y maestros), estimulando, así, su autonomía y
diversificación. Difícilmente, el Estado burocrático brasileño, construido en
la época colonial con base en el modelo centralizado, adoptaría esos tipos de
solución. ¡Contemplando los estertores de esa pésima estructura burocrática,
siempre próxima de desintegrarse debido a los entrechoques de sus
contradicciones internas, podemos comprender la extrañeza con que se encaran
las propuestas pedagógicas! ¡La finalidad de toda esa burocracia es
entregar, con o sin merecimiento, un certificado a los genios o a los débiles
mentales, para que puedan ejercer una función dentro del sistema de producción,
sin jamás testear o evaluar la autenticidad de su tarea!
Todos nosotros que luchamos por la «escuela pública»
nos olvidamos de ese proceso esclerótico de las instituciones gigantescas:
pillerías, ociosidad, fraude, inercia, burocracia, etc., con la pérdida total
de las finalidades intrínsecas de la institución. El pueblo brasileño desconfía
mucho de la escuela pública. Prefiere luchar, en primer lugar, por «anualidades
módicas en las escuelas particulares» que por la expansión de la escuela
pública, escuela reservada a los marginales, a los pobres y al proletariado.
Aun así, familias de baja renta hacen enormes sacrificios para mantener a sus
hijos en la red particular, hecho que, por sí solo, denuncia el bajo nivel de
la escuela pública. Jamás se crea la meta característica de las democracias:
«la escuela popular, universal y gratuita para todos». En los cursos de
maestría, se presenta la escuela como «reproductora» de las injusticias
sociales o simplemente como «educación popular» (adultos): la escuela que
prepara al militante para la revolución social… Terminó el ciclo ideológico en
el cual se confundía público con gubernamental («mecanismos de la libertad») y
en la que la socialización equivalía a la estatización.
Debemos repensar la escuela pública (democrática, para
todos, gratuita, sin ser burocrática o gubernamental). ¿Quién debe reflexionar
sobre ese punto? Los propios países socialistas, en este momento, buscan
soluciones socialistas que no equivalgan a la estatización. Nada justifica que
el funcionamiento universal de la educación tome la forma actual de la escuela
pública: lo que se pretende no es transmitir una ideología sino garantizar
oportunidades educacionales para todos. En general, los mismos maestros actúan,
simultáneamente, en la escuela privada y en la escuela pública, lo que
demuestra que no se trata de garantizar determinada adoctrinación (las escuelas
particulares pueden ser laicas, como la escuela pública). El «cheque-educación»
distribuido por el Poder Público a todos los individuos que pueden ser
escolarizados, por ejemplo, es una solución (pública) para mantener el sistema
escolar.
Existen
varias soluciones para evitar la creación de ese inmenso circo ingobernable.
Recientemente, los profesores de las escuelas públicas permanecieron meses sin
dar clase, sin que la comunidad tuviese medios para enfrentar el problema. El
Poder Público puede reservar para sí la función de fiscalizar el funcionamiento
del sistema escolar, exigiendo alto nivel de eficiencia y productividad.
Difícilmente, el Poder Público puede ejercer la función de administrar el
sistema escolar y fiscalizar su funcionamiento. En Ceará, se descubrió un
fraude generalizado en las planillas que registran el pago de los profesores,
multiplicación de contratos ilegales, ¡algunos profesores cobraban como si
hubiesen dado ochocientas clases mensuales!... Hay un principio administrativo
que dice: «¡Si es grande, no es bueno!”. El sistema escolar es la más
gigantesca empresa de la tierra…