El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

lunes, 19 de diciembre de 2016

Entrevista Jean Piaget - 2a. Parte

Revista Primera Plana
28 de enero de 1969
Un aporte de Héctor Álvarez

2a. Parte

¿Qué es la inteligencia? ¿Cómo se desarrolla en el niño? ¿Está vinculada al nivel social? Nadie mejor cualificado para responder estas preguntas que el suizo Jean Piaget, 72 anos1, célebre en el mundo entero por sus trabajos sobre el tema. La revista L'Express, asociada a Primera Plana, entrevistó al científico. Fue una excelente oportunidad para conocer sus opiniones sobre puntos claves como el psicoanálisis o el significado final de su actividad como investigador. Doctorado en ciencias, apasionado por la epistemología y la lógica, su vocación por detectar los puntos clave que acompañan la aventura del conocimiento humano lo convirtieron en un «psicólogo» de relevante influencia sobre esa disciplina. A sus admiradores les gusta recordar que a los 10 años publicó un artículo sobre cierta clase de golondrina albina que asombró a los especialistas; que antes de cumplir los 15 años, sus artículos sobre moluscos eran conocidos en toda Europa. Más apasionante resulta sumergirse en su obra comenzando por la trilogía que forman: El nacimiento de la inteligencia (1936), La construcción de lo real (1937) y la Formación del símbolo (1945). Seguida por un abrumador reguero de libros, conferencias y por su tarea docente en La Sorbona y la Facultad de Ciencias de Ginebra.
Usted ha experimentado mucho con sus propios hijos. Se tiene la sensación, a través de sus libros, que ellos desempeñaron un papel importante en sus trabajos. ¿Eso no los ha vuelto un poco raros?
Mi hijo varón fue mi tercer chico y sobre él hice la mayoría de las experiencias. Cuando entró en la universidad, sus camaradas se sorprendieron al ver entrar a un tipo completamente normal.
¿Cómo se realizaron esas experiencias? En aquella época usted todavía estaba en Neuchâtel, disponía de medios muy simples...
Siempre fue así. Es necesario partir de la observación y, cuando se descubre un hecho interesante, hay que reproducir la situación haciendo variar los factores. Ahí comienza la experimentación. El método se hace sobre la marcha. Lo percibí claramente.
Hay quienes miran y no ven nada.
Es necesario plantearse los problemas, claro. Por mi parte, soy más epistemólogo que psicólogo.
¿Podría definir la epistemología?
Es la teoría del conocimiento; esencialmente, del conocimiento científico. Plantea problemas como saber si la ciencia es posible, cómo el conocimiento es posible.
Entonces, usted no ha estudiado a los chicos por ellos mismos sino para saber en qué medida ese estudio podría ayudarlo a resolver el problema que le interesaba.
Yo era biólogo y, por otra parte, me apasionaba la epistemología. Lo ideal habría sido estudiar al hombre en su desarrollo histórico, y en ese sentido lo más importante era el hombre prehistórico, pero sobre este no se sabe nada desde el punto de vista psicológico.
¿No hay ningún estudio sobre el hombre primitivo?
Sobre el verdadero primitivo, es decir sobre el hombre prehistórico, no, por supuesto. Y el pretendido hombre primitivo actual está demasiado alejado del verdadero primitivo.
¿Por qué?
Porque está socializado desde hace siglos y las presiones sociales son tan fuertes que exige un esfuerzo mucho mayor disociar lo psicológico de lo social y lo individual de lo colectivo, en el primitivo que en los niños.
¿Usted cree que los chicos están más cerca de las fuentes que lo que se llama hombres primitivos?
Estoy convencido.
¿Por qué? El chico está sometido desde el principio a las presiones sociales.
Lo dudo. Por su inteligencia está liberado a sí mismo, ya que no imita sino aquello que comprende. A partir del momento en que habla, está sometido a todo tipo de presiones, es cierto, pero nosotros pudimos establecer que ellas no son tan determinantes como podría parecer, porque antes deben ser asimiladas. Y para ser asimiladas, exigen instrumentos de asimilación: tales son los instrumentos que nosotros estudiamos.
Las dos nociones de asimilación y acomodación son muy importantes para usted. ¿Podría precisar de qué se trata?
Es muy simple. Un organismo se nutre absorbiendo sustancias, transforma esas sustancias, las integra en si dándoles su estructura. Un conejo que come repollo no se convierte en repollo. Transforma el repollo en conejo. Del mismo modo, el conocimiento no es una copia sino una integración en una estructura. Eso es la asimilación.
¿Y la acomodación?
En cada situación nueva, los esquemas de asimilación deben ser modificados en función de la situación exterior. Para el bebé que aprende a agarrar lo que ve, todo lo que ve se convierte en un «objeto para agarrar», en lugar de ser un «objeto para mirar». Pero, si el objeto es grande, debe hacer movimientos diferentes de los que hace para apoderarse de un objeto pequeño. Es la acomodación. Del mismo modo, una teoría general que sirve de asimilación al pensamiento de un sabio debe ser acomodada de acuerdo con los casos particulares.


Lo que a usted le interesa, en suma, es el estudio de los mecanismos mentales y no la utilización de la psicología como medio de acción sobre los individuos.
Existe la ciencia aplicada y la investigación básica. En psicología, la aplicación es necesaria, pero lamentablemente estamos obligados a hacer aplicaciones antes de conocer los resultados de las investigaciones básicas, como en medicina, por ejemplo. La aplicación supone un conocimiento exacto de los mecanismos mentales, y como la aplicación es urgente, se ha ido adelante en muchos casos antes de conocer tales mecanismos. Se han establecido tests de inteligencia, mucho antes de saber qué era la inteligencia.
Usted parece tener una actitud hostil en relación a los tests.
Hostil no, porque en general son útiles, pero el test nunca da más que la medida de la performance, es decir, la resultante de lo que el individuo hace en un momento dado para resolver una situación determinada, cuando lo importante es saber, como decimos nosotros, qué es «lo que hay en el vientre», lo que será capaz de hacer después.
Eso con respecto a los chicos. ¿Por qué los tests se emplean ahora para los adultos?
Sí, pero el problema sigue siendo el mismo. Para un adulto está también el problema de lo que sabe hacer y su adaptabilidad.
¿Y no hay tests de adaptabilidad?
Muchos menos.
¿Por qué razón? ¿Es más difícil?
Es mucho más difícil. Se trata de juzgar una potencialidad en lugar de medir la realidad. Y, según creo, no se conoce al adulto más que al chico.
¿Usted nunca trabajó con adultos?
No. Pero me gustaría, siempre que lo he intentado, el adulto convirtió todas las preguntas en lecciones. El adulto cuenta lo que leyó, escuchó y aprendió. Los chicos son diez veces más espontáneos.
¿No hay chicos que son pequeños hombrecitos muy sabios que repiten lecciones?
Sí, pero se nota en seguida; no son interesantes.
¿Usted los descarta?
No, pero trato de escudriñar más. Un ejemplo: una de nuestras preguntas sobre el problema de la causalidad trata sobre el pasaje del estado líquido al estado sólido o a la inversa. En estado sólido, el chico admite voluntariamente la existencia de partículas, de granitos de arena. La piedrita se compone de pequeños granos de arena, etc.,… ¿Pero qué pasa en el estado líquido? ¿Los granitos de arena aún existen? «No, se disocian en un momento dado, se derriten». Esa es la respuesta que dan antes de los once años.
Sin embargo, yo vi chicos de 9-10 años que me hablaban de átomos y que me decían a propósito de la vela que se funde con el calor: «Es muy sencillo, la vela está formada por átomos y los átomos se separan». ¿Y después? «Después se derriten». Incluso me han hablado de neutrones. ¿Y después? «Los neutrones se convierten en agua». Ustedes ven; es solo insistir un poco, (método clínico).
Si se comparan la inteligencia, infantil y la inteligencia animal, ¿en qué momento se produce la gran diferencia?
¿Usted quiere hacerme decir que la inteligencia humana es diferente a la Inteligencia animal?
No, de ningún modo; el chimpancé, por ejemplo, en sus primeros meses de vida es más evolucionado que el bebé, es capaz de hacer muchas más cosas. Y después, de golpe, se bloquea. El hombre, al contrario, se desarrolla indefinidamente, o casi. ¿Por qué?
El bebé, gracias a la vida social, al lenguaje y a la función semiótica, adquiere la posibilidad de representación y el pensamiento, en tanto que la inteligencia sensorio-motriz solo lleva a la coordinación de las acciones, es práctica. El chimpancé se sitúa, sin duda, a ese nivel, en la frontera de la función semiótica.
¿Qué es la función semiótica?
La capacidad de expresar cualquier cosa por medio de significantes diferenciados, es decir, por medio del lenguaje, la imagen mental, el juego simbólico, los gestos, etcétera.
¿Por ejemplo, abrir los brazos para decir que algo es grande?
Por ejemplo, pero el lenguaje es un caso particular de la función semiótica. Los sordomudos tienen la función semiótica pero no el lenguaje articulado.

Continúa…

domingo, 4 de diciembre de 2016

Reportaje a Jean Piaget - Revista Primera Plana 28 de enero de 1969 - 1º parte

Reportaje a Jean Piaget
Revista Primera Plana
28 de enero de 1969
Un aporte de Héctor Álvarez

1º parte

¿Qué es la inteligencia? ¿Cómo se desarrolla en el niño? ¿Está vinculada al nivel social? Nadie mejor cualificado para responder esas preguntas que el suizo Jean Piaget, 72 anos1, célebre en el mundo entero por sus trabajos sobre el tema. La revista L'Express, asociada a Primera Plana, entrevistó al científico. Fue una excelente oportunidad para conocer sus opiniones sobre puntos importantes como el psicoanálisis o el significado final de su actividad como investigador. Doctorado en ciencias, apasionado por la epistemología y la lógica, su vocación por detectar los puntos más importantes que acompañan la aventura del conocimiento humano lo convirtieron en un «psicólogo» de relevante influencia sobre esa disciplina. A sus admiradores les gusta recordar que a los 10 años publicó un artículo sobre cierta clase de golondrina albina que asombró a los especialistas; que antes de cumplir los 15 años, sus artículos sobre moluscos eran conocidos en toda Europa. Más apasionante resulta sumergirse en su obra comenzando por la trilogía que forman: El nacimiento de la inteligencia (1936), La construcción de lo real (1937) y la Formación del símbolo (1945). Seguida por un abrumador reguero de libros, conferencias y por su tarea docente en La Sorbona y la Facultad de Ciencias de Ginebra.
Usted es un biólogo —por lo tanto un científico— que hace psicología.
¿Cree usted que la psicología es una ciencia exacta?
No se puede hablar de ciencia exacta en un sentido absoluto. Existen todos los matices entre las ciencias realmente exactas —que son las disciplinas formales como las matemáticas o la lógica— y las ciencias experimentales. La física es mucho más exacta que la psicología; obviamente, la biología también. Pero creo que entre la experimentación en paleología y la experimentación en biología hay continuidad.
1. Falleció con 84 años de edad.

Pero, para usted, ¿la psicología es una ciencia?
Sí, porque una ciencia es, sobre todo, una disciplina en la cual se pueden delimitar los problemas, disociarlos. En tanto que en filosofía, por ejemplo, todo está relacionado. Esta delimitación permite controlar y, a partir del momento en que hay control y que los investigadores pueden corregirse unos a los otros y realizar aproximaciones sucesivas, encontrando algo más exacto, se tiene una ciencia experimental.
Usted ha experimentado sobre todo con chicos. ¿Ha descubierto constantes en número suficiente como para definir reglas generales?
La verdad es que, después de 40 años en este oficio, me siento cada año, cada semana, más sorprendido por la coincidencia de algunas respuestas. Cuando abordamos un tema nuevo, encontramos respuestas que aparecen regularmente entre los 5 y 6 años, otras entre los 7 y 9. Entre 9 y 11 y en la preadolescencia. Cuando se interroga a algunos chicos, puede estarse casi seguro de que encontrarán las mismas respuestas indefinidamente.
Indefinidamente, ¿dentro de una cierta categoría de chicos de raza blanca en la sociedad suiza?
¡Claro! Pero el gran problema es el de los estadios psicológicos. Se descubren etapas de formación que pueden describirse en su orden de sucesión. Al cambiar de sistema cultural, se encuentran, por supuesto, aceleraciones y retardos, pero el orden de sucesión es siempre el mismo.
Por ejemplo: nuestros colegas canadienses, Pinard, Laurendeau y Boisclair, retomaron las pruebas sobre los chicos de la Martinica: una buena experiencia, porque los escolares de la Martinica siguen el programa francés hasta el fin del primario. Y bien, ellos comprobaron un atraso de cuatro años promedio en la formación de operaciones lógicas con respecto a los resultados obtenidos en Ginebra, París o Montreal. Pero el orden de sucesión era el mismo.
¿Y por qué esos cuatro años de diferencia? ¿Cómo los explica?
Sí, se deben a la indolencia del medio social adulto.
En ese caso, llegamos a la sociología.
Por supuesto, el medio social es fundamental. Pero menos que el proceso biológico. Porque esta sucesión de estadios, cada uno necesario para la formación de los siguientes, se asemeja a la embriología.
Si el medio social es fundamental, entonces es cierto que no hay igualdad escolar desde el momento en que no hay igualdad social.
Es verdad en cuanto al nivel cronológico, no es verdad en cuanto a la sucesión de estadios. En Estados Unidos, por ejemplo, ciertos tests fueron modificados para eliminar el «cociente intelectual» como medida de inteligencia; se dieron cuenta de que ese era siempre inferior en los sujetos de clases bajas. En cambio, si se utilizan pruebas para medir el desarrollo de la inteligencia, como nosotros nos esforzamos en hacer, los encuestados presentan siempre un nivel parejo.
Pero, ¿qué es la inteligencia?
Es la capacidad de adaptación a situaciones nuevas. Es, ante todo, comprender e inventar.
¿Cómo están ligados la inteligencia y el nivel social?
El desarrollo de la inteligencia supone que el individuo tenga intereses y curiosidades. Si el medio social es rico en estimulaciones, si el chico vive en una familia donde se plantean ideas y problemas, habrá un avance en el desarrollo; si el medio social desconoce esos elementos habrá, forzosamente, un atraso.
En suma, la inteligencia sería como un músculo, a fuerza de entrenarlo se lo perfecciona.
Claro, pero se necesita un mínimo de capacidad. Lo que no sabemos es lo que le asegura al individuo ese mínimo de posibilidades y potencialidades.
¿Cuáles son los estadios de desarrollo de la inteligencia?
Antes del lenguaje existe una inteligencia sensorio-motriz. Es una inteligencia práctica que comprende las conductas instrumentales: apropiarse de un objeto apoyado sobre una alfombra tirando la alfombra hacia sí mismo, utilizar un palo para aproximar un objeto…
Más o menos el nivel de inteligencia de un mono.
Sí. Después, hacia los dos años, aparece con el lenguaje la función semiótica, es decir una inteligencia representativa pero que no se convierte aún en operaciones en el sentido limitado con que se define este término: o sea como acción interiorizada y reversible, a la manera de la suma y la resta, que son la inversa una de la otra y, sobre todo, como la coordinación de estructuras de conjunto, al modo de los grupos en matemáticas, las redes y las clasificaciones, etc.
Desde los siete años, el niño consigue realizar estas operaciones, hasta ese momento ha estado en un estadio preoperatorio y la reversibilidad operatoria se traduce, en particular, en un fenómeno muy nítido: la conservación. Antes de las operaciones, la no conservación, después de las operaciones, la conservación de cantidades, de conjuntos, del peso.
¿Por ejemplo?
Bueno, para experimentar sobre la conservación se toma, por ejemplo, una pelotita de plastilina y se le da forma de salchicha. El niño que observa el experimento dice que hay más plastilina porque la salchicha es más larga o que hay menos porque es más delgada. Esto hasta los 7-8 años.
Pero cuando accede a la conservación de la sustancia, no acepta todavía la del peso. Él dirá: «La salchicha tiene la misma cantidad de plastilina, sí pero con todo es más pesada porque es más larga». O bien: «es menos pesada porque es más delgada».
Hacia los 9-10 años llega a la conservación del peso pero no admite la del volumen. Si se coloca la pelotita en un vaso con agua, el chico observa la elevación subsiguiente del nivel del agua, pero pensará que la salchicha causaría una elevación del nivel aún mayor porque es más larga. Esos estadios se desarrollan en un orden preciso.
¿Qué papel juega la afectividad en todo esto?
La afectividad pienso que es fundamental para animar, es el motor. Hay que interesarse en una cosa para ocuparse de ella. Hace falta una carga afectiva, pero no creo que modifique las estructuras de la inteligencia.
¿Hay también niveles de desarrollo de la afectividad?
Claro, pero son menos definidos. En los bebés se produce un precioso fenómeno que he estudiado. El bebé, al principio, no tiene la noción del objeto. Si se le da algo que le interesa, tiende la mano para agarrarlo y si, en seguida, se recubre el objeto, retira su mano; cree que ha sido reabsorbido. Pero hacia los nueve o diez meses, comienza a levantar la pantalla y a mirar por detrás. Y eso coincide con lo que Freud llama el interés «objetal», es decir el interés por las personas.
Con todo, la sucesión de estadios es menos sistemática, hay alteraciones en las series y no siempre se cumple el mismo orden de sucesión. Los estadios freudianos —el estadio oral, el anal, etc. — no son estructuras comparables a las etapas de la inteligencia, que se integran unas a otras. Son caracteres dominantes que juegan papeles en todos los niveles. Son menos definidos.
Continúa…