El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

miércoles, 6 de abril de 2016

¿Grabar u operar el conocimiento?

Temas Piagetianos
Lauro de Oliveira

Editora AO LIVRO TÉCNICO S.A
Indústria e Comércio
Río de Janeiro – RJ / 1984
¿Grabar u operar el conocimiento?
Aristóteles y Platón – Silos para guardar -Muerte de la memoria biopsicológica – La corrida entre el profesor y los medios de comunicación de masa – Resistencia a los cambios: sinónimo de inseguridad – Lo importante es jugar.
         Las artes (técnicas) tradicionales de la humanidad son la medicina, la educación, la agricultura, la culinaria, la pecuaria... Desde la caverna ancestral, los hombres, en general, intentan curar las enfermedades, educar a los hijos, plantar cereales, criar animales domésticos y cocinar los alimentos. Es comprensible, por lo tanto, que esas artes o esas técnicas estén impregnadas de sólidas tradiciones empíricas acumuladas a lo largo de milenios. Y las tradiciones pasan de padres para hijos, generación tras generación, conservándose como si fuesen verdaderos instintos (los hábitos y costumbres – dice Jean Piaget – son como «instintos aprendidos»).
La tradición, los hábitos y las costumbres se impregnan en el comportamiento individual como si fuesen verdaderos instintos.
Cuando se trata de esas experiencias, oriundas de la noche de los tiempos, la ciencia es casi impotente: es dificilísimo, en nombre de los descubrimientos científicos, modificar el comportamiento de los hombres en lo que se refiere a la educación, medicina, agricultura, arte culinaria y construcción de casas. En parte, con mucha razón, la experiencia milenaria no puede haberse engañado totalmente, aunque pueda ser superada, técnicamente por modelos elaborados a partir de los estudios científicos. La medicina y la agricultura son ejemplos flagrantes de que la ciencia puede ofrecer nuevas posibilidades. Pero, aun así, en materia de medicina y agropecuaria, la resistencia al cambio (hasta de las personas, aparentemente, educadas) es casi insuperable. Que lo digan los desbravadores que intentan modificar el comportamiento (higiene, agricultura, pecuaria) de las poblaciones marginalizadas. Y lo más sorprendente es que las personas cultas (por lo menos es esa la presunción en relación a los profesores) resisten, irracionalmente, a los cambios exigidos por los estudios científicos, como en el caso de las técnicas educativas ¡los profesores continúan dando clase de la misma forma como lo hacía «el maestro iniciador» de la tribu prehistórica! Si Aristóteles y Platón, volviesen a los liceos y academias de hoy, no tendrían que modificar su forma de dar clase: su estilo está perfectamente adaptado a los 2 mil 500 años de evolución y desarrollo tecnológico... ¡Eso nos lleva a concluir que el profesor es un fósil vivo, sobreviviente a todos los cambios provocados por el progreso del conocimiento humano! Lo peor es que el profesor es el propio símbolo del conocimiento, de los estudios científicos, de la búsqueda de la verdad, de la desmitificación de la superstición... siempre que eso no implique en un cambio de su propio comportamiento.

La televisión es, apenas, un juguete para multitudes: lo que es realmente importante es el grabador.
Durante los últimos tiempos (menos de 50 años atrás), ocurrieron hechos que modifican, esencialmente, el paradigma tradicional del fenómeno educativo. Hasta hace poco tiempo, el objetivo de la educación era conservar el conocimiento y transmitirlo a las nuevas generaciones (en las tribus prehistóricas, los ancianos eran «el banco de datos» en que se preservaba la experiencia acumulada). A partir del descubrimiento de la escritura, esa función empezó a ser «tecnológica» (el libro dispensa la grabación de memoria, de informaciones que deben ser conservadas). Recientemente, los grabadores de todos los tipos eliminaron la necesidad de memorizar (actividad que la escuela persigue, peligrosamente). El banco de datos y el fichero realizan hoy, el papel que, durante milenios y milenios estaba reservado a la memoria. Con las computadoras, se creó, incluso, una ciencia de la memoria: la informática (¡finalmente la mente está libre para pensar!).

El hombre, finalmente, se libertó de la esclavitud milenaria debida a la necesidad de memorizar...

El banco de datos es una memoria colectiva a disposición de todos. ¿Y ahora? ¿Para qué sirve la escuela? Los maestros no percibieron los cambios tecnológicos y continúan a enseñarles informaciones a los niños (la apoteosis del anacronismo es el examen de ingreso a la facultad). ¿Por qué se rehúsan a admitir los cambios? ¿Será que no sabrían qué hacer si tuviesen que descartar la memorización en sus clases...? El cambio implicaría en una desorganización total de las técnicas didácticas, empezando por la noción del libro didáctico (una de las más poderosas y rentables industrias del mundo moderno).
Y si un profesor más osado resolviese aceptar los cambios, ¿qué debería hacer? A la grabación se opone la operacionalización del conocimiento (a la ejercitación se opone el reto del problema). El libro didáctico (en forma de tratado) pasaría a ser mera fuente de consulta (así como funciona para los científicos y profesionales). Educar sería provocar la utilización operativa de los conocimientos acumulados en los libros, ficheros y bancos de datos (para obtenerlos se realiza una búsqueda). El profesor pasaría (de informador-iniciador) a ser una fuente de retos, provocación, estimulación (solo individuos excepcionales consiguen comportarse como desequilibradores: mucho más fácil es recitar el conocimiento acumulado). Lo que se mediría en los exámenes no sería la masa de datos acumulados, sino las estrategias adquiridas por el cuerpo, por el lenguaje y por la mente. En síntesis la educación pasaría a ser un juego.

Octubre, 1979