El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

miércoles, 18 de noviembre de 2015

INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA - Capitulo 1 - Parte 2

INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA – 2° edición
Lauro de Oliveira Lima
Editora Brasiliense
Capítulo 1
2º Parte
…Como vemos, la gestación del ser humano prosigue después del nacimiento (después que es expelido del útero), por lo menos, hasta los 15/16 años, cuando se completa el desarrollo del sistema nervioso. Como todo comportamiento sensorio-motor, verbal y mental depende del estado de desarrollo del sistema nervioso  (que posibilita la comunicación del organismo con el medio), es muy dudoso que comportamientos estructurales intrínsecos, como «operaciones mentales», se construyan después de este período, lo que no impide que se adquieran hábitos (comportamientos extrínsecos yuxtapuestos dependientes, permanentemente, de refuerzos del medio) y prosigan, indefinidamente (inteligencia corta – J. Piaget), aun notándose progresiva disminución de la capacidad de adquirir los propios hábitos («Loro viejo no aprende a hablar» – dice la gente). Es un principio básico de la embriología que «mutaciones» o desvíos de creodos solo ocurren en los períodos de crecimiento (gestación), el estado adulto se caracteriza por la estabilidad. Como consecuencia, el ser humano, tiene un período de 15 a 20 años para definir su comportamiento sensorio-motor, verbal y mental. Todas las madres pueden observar cuánto tiempo es necesario, por ejemplo, para el niño aplauda o asga un objeto; cuánto tiempo demora para caminar o para hablar. Es que esos comportamientos dependen de la madurez del sistema neuronal, y nada pude acelerar su madurez, que tiene su propio ritmo (nada puede abreviar la gestación del niño en el útero materno: son ritmos biológicos). Es necesario, como vemos, acostumbrarnos a la idea de que el nacimiento es de hecho poco significativo. La gestación (crecimiento) solo se concluye cuando el animal alcanza el estado adulto, caracterizado, biológicamente, por la posibilidad de procreación. Cuánto más complejo es un organismo (máquina), más tiempo demora, evidentemente, para ser construido (infancia). No importa que la construcción (embriología) se realice en el útero, en la bolsa de los marsupiales, en el nido, en la probeta, en la cuna: lo que interesa es que el local de la gestación favorezca la construcción. Si los comportamientos sensorio-motores, verbales y mentales dependen de la madurez del sistema nervioso (las redes neuronales son la infraestructura del comportamiento), es comprensible que el final de la madurez del sistema nervioso coincida con el final del desarrollo mental, toda aparente «novedad» que ocurra después se explica por el desdoblamiento axiomático de las estructuras adquiridas, en una especie de proceso deductivo (tautológico). Lo trágico de los procesos psico-sociológicos es que, dependiendo, estrictamente, de la estimulación del medio, pueden no concluirse, como si un feto pudiese sobrevivir en estado fetal (psicosociológicamente, o sea, perfectamente posible, no agotando el desarrollo de las posibilidades hereditarias)...
Los comportamientos aprendidos o inventados se construyen como los órganos y los instintos, en el útero. Como es obvio, toda construcción se lleva a cabo en un orden secuencial, porque la etapa siguiente depende de la anterior, tal como la construcción de una casa, en la cual no se puede colocar el tejado antes que las paredes. Lo mismo sucede con la construcción de los órganos y de los comportamientos: arrastrarse, por ejemplo, es un comportamiento anterior al de caminar. Es esa secuencia logística (encaje de comportamientos) que hace improbable la retomada de un proceso que fue superado por el desarrollo. Pero, los comportamientos no aparecen, espontáneamente, como ocurriría si fueran hereditarios (el funcionamiento del organismo, por ejemplo, es hereditario, lo que diferencia el funcionamiento del comportamiento). Los comportamientos solo se construyen si ocurren necesidades (desequilibrios), por este motivo el comportamiento depende de la interacción con el medio (un medio pobre en estimulación puede desestimular la gestación de ciertos comportamientos o simplificarlos, empobreciéndolos). Como vemos, después que el niño «nace», no solo continúa creciendo, sino que también comienza una compleja gestación de esquemas de asimilación. Los comportamientos corresponden a verdaderos órganos (estructuras) y podemos decir que la morfogénesis continúa fuera del útero (no disponer de determinado comportamiento es como estar privado de un órgano). La incapacidad de clasificar, por ejemplo, equivale a la ceguera, porque la clasificación es una forma extremamente útil de actuar sobre la realidad. El nacimiento (que conmemoramos con tantas fiestas y alegrías) es apenas un cambio ecológico (cambio de medio). La gestación del ser humano continúa, durante muchos años, después del nacimiento. La vida uterina (nueve meses) garantiza apenas las configuraciones de la anatomía y el funcionamiento del organismo (fisiología). Si el niño naciese antes, sus órganos podrían sufrir catastróficas influencias del medio. El período de nueve meses del embarazo es tan importante para la construcción del biotipo de la especie, que aunque el feto esté en el útero, el niño debe ser, artificialmente, protegido de ciertas influencias (ver los efectos teratológicos de la talidomida, en la formación de los miembros de los niños). De este modo, la naturaleza protege al niño, en el útero, hasta que el código genético haya construido el modelo que caracteriza, morfológicamente, la especie. Lo mismo ocurrirá, posteriormente, en sus relaciones con la sociedad adulta. Cuando el animal tiene instintos, el comportamiento es fabricado conjuntamente con el funcionamiento del organismo (podríamos decir que el instinto no es un comportamiento, sino un funcionamiento). Como la ecología humana (cultura-civilización) se modifica con los descubrimientos e invenciones de la humanidad, la biología no puede fabricar, previamente, los comportamientos adecuados (no sabría en cuál grado, nivel de complejidad o etapa estaría la civilización dentro de la cual el niño va a nacer). La ecología de los animales, básicamente, no se modifica, por eso pueden tener instintos. Así, solo después de nacido, el niño iniciará la «embriología» de su comportamiento, en interacción con el modelo de civilización o cultura en que se encuentra (¿la convicción sobre la vocación?). El modelo biológico del ser humano actual fue fabricado, hace más de cien mil años, de modo que el niño que nace, hoy, es, absolutamente, igual (biológicamente) al que nació en la prehistoria («todo niño es un bárbaro» – Alain). Si el niño ya naciera con comportamientos estereotipados (instintos), no habría civilizaciones como ocurre con los animales (el hornero y la araña, hace milenios, construyen el nido y la tela de la misma manera). El gran problema (que va a decidir la tipología de la sociedad) es si la embriología (construcción) extrauterina del comportamiento de los niños va a optar por el aprendizaje (imitación) o por la invención (creatividad)... el hecho de que los niños nazcan en plena gestación, hace necesaria la existencia de la pedagogía: la de la imitación y la de la creatividad. En todo caso, es siempre el niño que construye su comportamiento: la pedagogía crea, apenas, oportunidades…
(Continuará)




No hay comentarios:

Publicar un comentario