El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

martes, 3 de noviembre de 2015

INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA - Capitulo 1 - Parte 1

INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA – 2° edición
Lauro de Oliveira Lima
Editora Brasiliense
Capítulo 1
1º Parte

EL HOMBRE ES UN ANIMAL IGNORANTE... (QUE APRENDE)

Cuando el organismo (y, por organismo, se entiende todo el organismo, incluyendo la mente) siente una necesidad (un desequilibrio, una laguna, un impulso, una motivación – existen centenas de nombres para expresar los síntomas de las necesidades del organismo), ¿qué hace? Espontáneamente, inicia una actividad (que denominamos comportamiento) con el objetivo de satisfacer la necesidad, o sea, de restablecer el equilibrio. Siendo un sistema abierto, el organismo está en permanente estado de necesidad, precisando retirar elementos del ambiente para conservar su estructura (organización). Para eso, necesita entablar las mejores relaciones posibles con el medio (adaptación). El proceso vital es un juego permanente entre la organización interna y la adaptación al medio. Pero, ¿qué comportamiento escogerá el organismo en cada situación, si las necesidades son tan diferentes unas de las otras? Si la necesidad es hambre, el comportamiento no puede, evidentemente, ser el mismo que el organismo usaría si estuviera con frío. A cada necesidad corresponde determinado comportamiento («esquema de asimilación» o estrategia), a través del cual se satisface la necesidad. Son esos «esquemas de asimilación» que ponen al organismo en relación con el medio. El organismo asimila el medio a través de los esquemas que posee, de modo que, para cada organismo, el medio se presenta como si estuviera constituido, especialmente, para satisfacerlo. No son los «estímulos» que llevan al organismo a actuar: los esquemas de asimilación son los que procuran alimentarse («... en el inicio está la respuesta»). Un «estímulo» solo estimula, si el organismo tiene esquemas para asimilarlo (de la gran variedad de rayos luminosos presentes en el ambiente, solo percibimos los que corresponden a los límites de nuestra percepción visual, hecho que se repite en todas las circunstancias y en todas las fases). Pero, ¿de dónde provienen esos esquemas? ¿Son innatos, adquiridos o constituidos a lo largo del desarrollo?
Observando a los animales (entre ellos, incluyendo al ser humano), se verifica que existen tres tipos fundamentales de comportamientos o esquemas de asimilación (se llaman de «asimilación» porque sirven para incorporar elementos del medio): 1) comportamientos instintivos estereotipados de carácter hereditario: todos los animales de la misma especie, en ciertas circunstancias, se comportan, automáticamente, de la misma manera (resta siempre un comportamiento inventado); 2) comportamientos aprendidos por imitación o ejercitación: cuando surge la necesidad, el animal resuelve el problema a través de automatismos aprendidos con los otros animales de su especie (hábito); finalmente,            3) comportamientos inventados; frente a la situación, el animal construye comportamientos originales, aunque la originalidad consista en un simple redescubrimiento de comportamientos que ya son usados por su especie. Si el comportamiento es innato el individuo no tiene opción: la propia necesidad (o desequilibrio) dispara el mecanismo instintivo que la satisface, algo parecido con lo que ocurre, por ejemplo, con el funcionamiento de la heladera: siempre que la temperatura aumenta, un mecanismo automático acciona el motor para que empiece a funcionar, restableciendo la temperatura prevista. Lo mismo ocurre con el comportamiento aprendido por imitación, se nota, sin embargo, que la imitación solo es posible si fuera compatible con el nivel de desarrollo alcanzado por el organismo (el niño, por ejemplo, no imita los mecanismos que el adulto utiliza para comer antes de haber desarrollado sus coordinaciones sensorio-motoras). Cuando el comportamiento es inventado (o reinventado), todo depende de «ensayo y error» y de las combinaciones que van a entrar en juego.
El ser humano no tiene instintos (no confundir instinto, que es un comportamiento, con necesidad, que es el sentimiento de un desequilibrio): no presenta comportamientos estereotipados hereditarios comunes a toda la especie (no construye sus casas siempre de la misma manera, como los pájaros; no come, apenas, determinada especie de alimento, como la mayoría de los animales; no adopta el mismo «ceremonial», para aparearse, como casi todos los seres vivos). Al contrario de la mayoría de los animales recién nacidos, el ser humano nace sin cualquier comportamiento organizado (no sabe ni siquiera mamar; no camina; no tiene coordinación en las manos, etc.). Todos sus comportamientos tendrán que ser aprendidos (hábitos) o inventados (inteligencia). Si el comportamiento no es innato, el moderno problema de la pedagogía es saber cómo el ser humano aprende o inventa sus comportamientos sensorio-motores, verbales y mentales.
El recién nacido dispone, apenas de algunos reflejos o montajes hereditarios correspondientes al funcionamiento local de los órganos (abrir y cerrar los ojos, cerrar las manos, pernear, etc.), dependiendo, para actualizarse, de frecuentes ejercicios (solidificación de los reflejos). Comparando, por ejemplo, el recién nacido humano con un corderito que acaba de salir de la placenta, podemos decir ¡que el ser humano es el animal más «ignorante» que existe! La infancia humana (período de crecimiento que va de la concepción al estado adulto) es la más demorada de la escala zoológica (si consideramos el posgrado como la continuación de la infancia... podemos decir que la infancia dura alrededor de treinta años, aunque deba decirse que, biológicamente, todo animal que puede procrear ya es adulto, evidente desfase entre lo biológico y lo psicosociológico). ¿Por qué la infancia humana es tan prolongada? Precisamente, porque el ser humano no tiene comportamientos hereditarios (instintos), debiendo, cuando siente una necesidad o enfrenta un problema: 1) aprender a comportarse (imitación, ejercitación, condicionamiento, hábitos, automatismos), o 2) inventar sus propios comportamientos (inteligencia). El gran problema pedagógico es decidir entre hábito e inteligencia…

(Continuará)

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