(Capítulo 16 – “Escola
Secundária Moderna” - Lauro de Oliveira Lima)
Motivación es el estado psicológico
que corresponde al sentimiento de una necesidad.
Proviene, por lo tanto, de un desequilibrio homeostático interno, cuya
requilibración se realiza a través de la acción motora o simbolizada
(representada).
El único
medio de provocar motivación es crear una necesidad de acción, o sea, provocar
un desequilibrio homeostático orgánico o psicológico. La duda y el problema son
desequilibrios motivadores de la reflexión.
- Todas las técnicas de participación -
apelando como apelan para la actividad - son, ipso facto, motivadoras. La participación genera la necesidad
de equilibrio (adaptación al medio).
- Pero es necesario no olvidar que “nada es
tan interesante por sí mismo”. Solo lo que corresponde a la satisfacción
de una necesidad despierta interés. La necesidad puede ser, simplemente,
el ejercicio funcional. Todo esquema de acción (real o simbólico) tiende a
funcionar, por definición, o sea, tiende a “alimentarse”.
- El ejercicio funcional puro y simple de un
tipo de actividad psicológica de crecimiento (primero la repetición,
después la representación, enseguida la verbalización, después la
inteligencia motriz, intuitiva y, finalmente, el pensamiento operatorio)
es, en sí, una fuente de motivación. Técnicas didácticas que a ellas
correspondan causan placer y son interesantes. Para cada etapa del
desarrollo infantil hay una motivación. En la primera infancia la
repetición motiva más que un problema.
- Un obstáculo para la realización de un deseo
o propósito es siempre motivador, siempre que no parezca que imposible de
transponer. Por eso a los niños les gustan las adivinanzas, enigmas,
rompecabezas, etc. Lo correcto es presentar, los temas en forma de
situación problema o problema piloto. La resistencia del medio (si no
fuera inhibidora) aumenta las cargas energéticas de cada acción.
- Cuidar de crear en los alumnos valores que
orienten su actividad. El ser humano no se esfuerza sin objetivos. La
propia valoración de los objetivos aceptados es una poderosa fuente de
motivación. Los valores son los reguladores afectivos de la energética de
la acción.
- La futura profesión es el interés al cual el
profesor puede relacionar las actividades didácticas con toda probabilidad
de éxito por ser una fuerza motivadora. Hacer que los alumnos relacionen
su disciplina con la futura profesión. El ser humano es capaz de motivarse
con una acción que tiene carácter anticipador de una adaptación futura.
- El casamiento y la crianza de los hijos es
un interés altamente motivador en la adolescencia. Si la disciplina tiene
alguna relación con este aspecto vital, los alumnos, fácilmente, se
entusiasmarán por la misma. La nutrición, protección y reproducción son
necesidades básicas cargadas de alto poder motivador.
- Descubra el ideal de cada alumno, sea cual
sea, y muéstrele que la disciplina podrá ayudarle a realizarlo. Si se
convence de este hecho, su tarea será grandemente simplificada. Lo ideal
es un sistema de valores que informa todo el comportamiento del individuo.
- Si se provoca el hambre del individuo,
fácilmente se conseguirá que coma: haga que el trabajo escolar parece
siempre una necesidad para el alumno. El trabajo del profesor es provocar
el “hambre intelectual”.
- Cuando algo en la actividad no parezca
interesante para el alumno, transfórmelo en un medio para alcanzar un fin
deseado. Consiga que los niños se interesen por libros, que aprenderán a
leer. Es un hecho corriente hoy que los niños aprendan a leer solos, con
la televisión.
- Si los alumnos le quieren bien, ya consiguió
mucho. Si, además, le admiran, su tarea de profesor será un gran éxito. Los
alumnos no estudian las disciplinas de los profesores que son les son
antipáticos. Para que se muestre contento, crearán intereses por sus
intereses (los del profesor).
- Antes de querer ser un sabio, todo alumno
desea ser amado. Muestre que se interesa, personalmente, por el alumno y
él, para no decepcionarlo, hará todo el esfuerzo necesario para el
aprendizaje. La aprobación del maestro puede ser un decisivo factor de
motivación (equilibrio afectivo).
- La Dinámica de Grupo es la propia fuerza
magnética que da las líneas de conducta del adolescente. Trabaje en la
base del equipo y esta extraordinaria fuerza motivadora estará al servicio
de su disciplina. El adolescente vive la “edad de la gracia social”. Las
determinaciones del grupo son sagradas para él (temor del aislamiento).
- El deseo de aprobación domina como fuerza
motivadora todo el crecimiento psicológico. Esté siempre atento para
aprobar los buenos resultados de sus alumnos. No observe mucho las fallas.
Descubra en todo los aspectos positivos y dé todo el énfasis a ellos. El
elogio honesto y sincero es una poderosa fuerza motivadora desperdiciada
por los educadores.
- Su optimismo y entusiasmo, fácilmente
contaminan la clase. Si no posee estas cualidades, podrá ser un elemento
altamente pernicioso para la juventud. No olvide que los alumnos (que
creen en usted) buscan adaptarse a su estado de espíritu.
- La emulación, principalmente de equipos,
transforma la actividad didáctica en un reto motivador. Pero no exagere
ese recurso, que puede matar el espíritu de solidaridad. La emulación crea
la cohesión en el grupo frente al otro grupo. La cohesión da poder
motivador al grupo.
- Premios y castigos son elementos de
motivación, siempre que no sea indiscriminadamente usados y correspondan a
la verdadera capacidad de los alumnos. Pero no olvide que son un desvío
del objetivo principal, pudiendo adquirir fuerza motivadora propia que
bloquea el objetivo verdadero que es el aprendizaje. El alumno puede
aprender a trabajar solo mediante premio y castigo.
- No hay trabajo escolar sin atención. Los
recursos audiovisuales son poderosos elementos para garantizar la
continuidad del interés e inhibir la dispersión de los reflejos de
atención. Pero no olvide que ellos no van más allá de esta etapa elemental
(percepción concentrada). El encadenamiento del razonamiento es que el
verdadero polarizador de la atención mental.
- La “escuela”, como se presenta actualmente
es, puede decirse, una “síntesis de la vida”. Por eso la actividad
didáctica es, probablemente, fuente de conflictos delante de las
solicitaciones de la vida moderna. Los alumnos consideran una
“mortificación” frecuentar la “escuela”.
- Delante del conflicto “vida x escuela”
(actividad espontánea x actividad sistemática y dirigida), el alumno puede
apelar para uno de los conocidos mecanismos de derivación, tornándose un
alumno problema (transferencia - represión - racionalización -
compensación - sublimación - regresión - devaneo - agresión – etc.). Los
mecanismos de defensa son el recurso que la mente usa para sobrevivir...
- No solo aparecen con relación a la escuela y
a la vida conflictos de dupla atracción, que son resueltos con el esfuerzo
de la motivación, como ciertas prácticas escolares pueden causar un
conflicto de atracción-repulsión, profundamente traumatizantes para el
adolescente, cuando las actividades didácticas están asociadas a castigos.
la escuela debe presentarse como un estímulo al desarrollo, jamás como un
ascetismo.
- Cada actitud de derivación debe ser
analizada para llevar al alumno a la auto-resolución del conflicto, lo que
puede hacerse con las técnicas de psicoterapia de grupo o de grupo
análisis. Por veces, quien debe cambiar es la escuela y no el alumno.
- Todos los recursos que provocan “reflejos de
atención” son útiles para provocar el interés, más son generalmente, de
poca persistencia en su mantenimiento. La atención así obtenida no es
suficiente como fuerza motivadora. La actividad es la que concentra la
atención y no los recursos que apelan para la percepción.
- Las “opiniones” del medio social y del propio
alumno sobre el estudio, en general, y la disciplina, en especial, son un factor
básico en el proceso motivador. Convenza, pacientemente, al aluno de la
importancia del trabajo que realizará. ¿Si un vendedor ambulante es capaz
de convencer a un adulto a comprar, usted no consigue que su alumno
estudie?
- Mientras el alumno no adquiere actitud
favorable al trabajo escolar, todos los esfuerzos del profesor para
hacerlo aprender son frustrados. Crear en el alumno disposición para
aprender es condición indispensable de motivación. Motivado, el alumno
dispensa al profesor que se transforma en una fuente de información y
orientación.
- Solo una adhesión afectiva (gustar, por
ejemplo) al trabajo escolar lo transforma en deseable. El aprendizaje no
puede ser una mortificación. El esfuerzo mortificante solo se produce
cuando ya se estableció un poderoso ideal. Los jóvenes tienen un ideal
“difuso” que no los conduce a ningún esfuerzo específico, excepto los que
están vinculados con su propia funcionalidad (actividades lúdicas).
- Si un propósito firme y deliberado no se
produce en el alumno – o sea, una automotivación intrínseca - las técnicas
de motivación tendrán que apelar para fuerzas circunstanciales y,
principalmente, intermediarias, lo que redunda en un conflicto entre los
objetivos del profesor y los objetivos del alumno.
- Las resoluciones (propósitos) tomadas en
situación grupal tienen mucho mayor fuerza motivadora que las meramente
individuales. Siempre que una dirección de actividad pueda ser obtenida
por resolución de grupo, no debe ser presentada como “orden”. Los alumnos
deben participar de la planificación escolar.
- Todo lo que parece orden e imposición crea
un sentimiento de rebeldía, aunque la conducta externa demuestre sumisión.
El adolescente quiere aprender a dirigir su propia vida, lo que es un
derecho natural. La resistencia debe ser vista como algo saludable.
- No juzgue que es perder tiempo trasmitir al
alumno los problemas de la realidad en conexión con el trabajo escolar. El
adolescente está profundamente interesado en ellos, ya que está en la
etapa de integración social. Cree, emocionalmente, niveles de aspiración
elevados, que se transformarán en fuerzas motivadoras. Siempre que las
clases parezcan referirse a problemas vitales o sociales, la motivación
surge espontáneamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario