El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

domingo, 21 de abril de 2013

El Origen del Poder (Parte 2) [continuación]



Continuación

Capítulo 23
ORIGEN DEL PODER
“Los mecanismos de la Libertad” - Lauro de Oliveira Lima



 Como no hay límite para el conocimiento, no hay tampoco límite para la dominación. Así, se puede transferir el concepto de asimilación para el concepto de poder. El poder es la manifestación social y política de la mayor o menor capacidad que el individuo tiene de asimilar (dominar) a los otros individuos de la misma especie. En la asimilación el aspecto afectivo es tan importante como los factores intelectuales basados en la magia, en el misticismo, en la ideología (carisma y cultura de la personalidad), sin referirnos a los factores económicos. Se puede decir que el hombre tiene poder virtual sobre todo, incluso sobre los otros hombres, porque tiene poder sobre un “objeto” (u organismo o persona), es un organismo o agente que puede asimilar este “objeto”, manipularlo, ponerlo a servicio de sus intereses, impedirlo de poner en peligro su sobrevivencia, su estatus, su prestigio, obligarlo a actuar en su beneficio, etc. Un organismo que no tiene mecanismos innatos de comportamiento, puede crear ilimitados esquemas de acción y, creando esquemas de acción determinar nuevas necesidades originales que a ellas corresponden… ese animal puede también, por lo menos teóricamente, dominar el universo entero - salvo apenas si la práctica demuestra que existe un límite en su capacidad de inventar y descubrir. La reciente aventura espacial del hombre es una demostración de esta tesis: no hay límite espacial o temporal para la capacidad real o virtual del hombre de asimilar el medio.
 Cada individuo se comporta como si fuese el único ser vivo dentro de un universo limitado “puesto a servicio” de sus necesidades, empeñándose ferozmente para asimilar el universo entero. Esto, a través de estrategias de acción que objetivan asimilar real o virtualmente el conjunto de fenómenos o de objetos de la realidad. Nótese que todo esquema de acción, al transformarse en capacidad, es estrictamente adecuado a determinada necesidad. No ejercer determinada capacidad es privar al organismo de una satisfacción. Como la naturaleza no crea capacidades que no correspondan a las necesidades, la satisfacción de las necesidades forma parte estricta de la supervivencia. De lo se puede concluir como los tabús sociales limitan o deforman el equilibrio biológico del ser humano. Si la capacidad de asimilación del organismo humano es ilimitada, todas las cosas que componen la realidad están debajo de su “poder”. No asimilar algo asimilable, es disminuir la capacidad vital. Una de las mayores tonterías que la humanidad repite a través de los tiempos, es que se pueden suprimir los “instintos”, lo que equivale a decir que se deben suprimir ciertas necesidades básicas. La supresión de los “instintos” implicaría eliminar los mecanismos naturales de supervivencia del organismo. Lo que se puede hacer, en relación a los “instintos” (?) individuales es establecer reglas (acuerdo) de tal modo que todos los organismos de la misma especie puedan satisfacer sus necesidades, dentro del mismo espacio vital, con el máximo de lucros y el mínimo de pérdidas para cada individuo.
 Otro ejemplo de deformación del proceso vital es la “filosofía” hinduista de eliminación de la actividad sensorial en beneficio de las actividades virtuales (meditación), lo que puede llevar a una esquizofrenia, ya que los sentidos son las puertas de entrada de la realidad y los mediadores de las relaciones del individuo con el medio. La disminución de las capacidades solo puede resultar de acuerdo en vista del bien común y el acuerdo es un acto de “egoísmo”, a medida que es la única solución para garantizar la supervivencia de organismos con igual poder dentro del mismo espacio vital. En términos de poder, entonces, se puede decir que el hombre puede y debe dominar todo, porque puede asimilar todo. Observándola naturaleza, se verifica que cada especie de animal instintivamente domina especies inferiores y es dominada por especies superiores, poseyendo mecanismos innatos para convivir con los otros animales de la misma especie. Los etólogos ya describieron cuáles son los mecanismos de equilibrio con los que los animales de la misma especie controlan la agresión mutua. En la disputa unos contra otros por su propio “espacio vital”, los individuos de la misma especie no van más allá del límite del que depende la supervivencia de la especie.
 El hombre no tiene estos mecanismos instintivos de control de la agresión (de la asimilación, de la dominación y del poder), o sea, no tiene limitaciones naturales para su capacidad ilimitada de asimilación, o, si quisiéramos hablar en el lenguaje de los ecólogos, no tiene limitaciones naturales para su hostilidad. Debe, entonces, “fabricarlas” a lo largo de su desarrollo (ontogénesis) y de su evolución (filogénesis), como mandamientos, códigos, tabúes, etiquetas, etc., impuestos o negociados. Es por eso que el hombre tiene que crear normas para convivir. Las primeras se atribuyeron a Dios, cuando es evidente que un grupo que precisa convivir descubriría, por sí mismo, estas reglas elementales por más bajo que fuese su nivel mental. Estas limitaciones o son impuestas por ciertos individuos (legisladores, guías espirituales, conductores) o por grupos y por el Estado, o entonces resultan de un acuerdo libre de las partes según la ley máxima de ganancias y mínimo de pérdidas. Puede suceder que las reglas, en vez de disciplinar las relaciones, tengan como objetivo evitar que las mismas se establezcan, y eso siempre en beneficio de los dominadores. Casi todos los proyectos civilizadores consisten en amortiguar las relaciones en vez de establecer un proceso que resuelva el funcionamiento permanente del conflicto.
 Así, tendremos varias hipótesis de “convivencia” de los individuos dentro del mismo “espacio vital”, antes que la inteligencia humana alcance el nivel de la negociación: (a) conviven todos indiferentes, unos a los otros, como ocurre en grado mayor o menor en una multitud (“participación” por oposición a “interacción”); (b) se crean áreas separadas, tangenciales, de connivencia (“la libertad de cada uno va hasta donde comienza la del otro”) como ocurre en el sistema arcaico de castas y como continúa a suceder en el actual sistema de clases sociales; c) unos dominan simplemente a los otros, usándolos como mero mecanismo de su actividad (como si el otro se hubiera transformado en una prótesis suya), modelo que, a partir de la familia, se propagó por toda la organización social en los últimos milenios (heteronomía) y que se transformó en el polo básicamente opuesto de la democracia siendo evidente que esta solución implica en profundo desnivel entre los seres humanos, desnivel que proviene de la adquisición de prótesis que son negadas a los dominados (armas, tierra, instrucción, crédito, carisma, etc.); d) entran en conflicto ocasional o permanente, conflicto que sería la señal de que el “otro” no se dejó dominar, como sucede en las llamadas democracias liberales de occidente - la llamada “méritocracia”, que debería ser la institucionalización del conflicto permanente, es una farsa porque algunos parten para la disputa con evidentes y relevantes desventajas, cuando se instala el conflicto permanente supone, por ejemplo, la alimentación y educación equivalentes desde el período de la gestación, lo que lleva a creer que antes de la instalación de la democracia deberá haber un largo período de homogeneización de los individuos dentro de la sociedad en lo referente a su capacidad de enfrentarse, en el conflicto, unos con los otros; e) a la negociación de un acuerdo (contrato social), según la ley del máximo de ganancias y del mínimo de pérdidas, acuerdo que resultaría del equilibrio de las capacidades homogeneizadas, de tal forma que nadie puede dominar a los otros, porque sin esta homogeneización la democracia es una farsa o una concesión de los más fuertes.
 La indiferencia [a] muestra que no hay interés por asimilar al otro; [b] la separación o convivencia pacífica muestra que no hay conflicto en relación al espacio vital o que invadir el espacio vital del otro implicaría un riesgo de destrucción;  [c] la dominación demuestra que unos son más fuertes que otros; [d] el conflicto denuncia cierta equivalencia de fuerzas e intereses que no fueron aún resueltos por un acuerdo (¿lucha de clases?); [e] o acuerdo, finalmente, revela que la inteligencia encontró una solución para la convivencia dentro del mismo “espacio vital”. El acuerdo supone (1) equivalencia, (2) intereses comunes, (3) flexibilidad para encontrar una solución según la ley del máximo de lucros y mínimo de pérdidas. En general solo nos referimos al “poder” en el caso de la dominación, lo que demuestra que el poder es siempre la manifestación de un desequilibrio en la relación entre los individuos. Si el otro no fuese inferior, surgiría el conflicto al intentar la dominación mutua y probablemente el problema sería resuelto, o por la mutua destrucción o por el contrato social.

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