Libro: Para qué sirven las escuelas
Autor: Lauro
de Oliveira Lima
Editora Vozes
1
MODERNIZACIÓN DE
LAS ARTES TRADICIONALES
2º Parte
…No se sabe cómo enseñar
lenguas, ni la razón del espectacular fracaso de los alumnos en matemática, en todos
los tiempos y lugares. En vez de investigar esos problemas objetivos, los
cursos de formación de profesores discuten «el carácter político de la educación».
¡Nunca se discute si ese pintoresco problema introducido en el programa surge
en la forma embrionaria de la «exploración del hombre por el hombre»! Dominada
por soluciones ideológicas de ese tipo, la industria soviética está obsoleta,
salvo en el sector aeroespacial. En ese país se dice que «los cohetes funcionan,
pero las licuadoras no». Solo ahora, un nuevo líder intenta ser realista con el
sistema de producción, incluso «despolitizando» el sistema escolar, cuyo atraso
es histórico y universal. ¿Cómo enfrentar el histórico y universal fracaso del
proceso escolar? ¿Por qué, en todas las otras «artes tradicionales», aumenta
constantemente la eficiencia del proceso y la cantidad y la calidad del producto,
mientras que en educación empeoran, a lo largo del tiempo, los resultados, como
consta en el reciente informe de la UNESCO? ¡El proceso escolar está muy
próximo del arte de la comunicación, donde los progresos tecnológicos
(satélites) son, simplemente, espectaculares, sin que esa proximidad haya
influenciado, mínimamente, a la didáctica! El profesor es el único profesional
que no se esfuerza para demostrar que, en la base de su «arte», existe un
acervo de conocimientos científicos, porque aún se confunde el conocimiento
(contenido) de una disciplina con el «arte de transmitir» (pedagogía,
metodología, didáctica, etc.), utilizando el lenguaje tradicional, porque hoy se
sabe que nadie «transmite» nada a nadie. La discusión entre «escuela nueva» y
«métodos tradicionales», resucitada por un grupo de académicos anacrónicos,
prueba un hecho elemental: el sistema escolar no ha conseguido asimilar los estudios
científicos, transformándose en un anacronismo frente a la modernización de las
“artes tradicionales».
Una de las explicaciones es el hecho que la educación comienza
con la puericultura: cualquier madre, aún aquella oligofrénica, piensa que
tiene derecho de «educar» (es el llamado «instinto materno», responsable por
frecuentes infanticidios). En las clases adineradas, se entrega el recién
nacido a un agente cuya presencia se generaliza en el proceso cultural
denominado canguro, el peor «modelo» de desarrollo mental que puede existir
para el niño, la canguro es responsable de la permanencia de la mayor parte de
las interpretaciones mágicas que sobreviven en la mente de la humanidad).
El profesor es una canguro sofisticada, con un anillo de esmeralda y un diploma
que le garantizan el ingreso en la más grave de las profesiones: el magisterio.
¡Felizmente, nuestros filósofos, al contrario de lo que pasó en la Unión
Soviética, no invadieron el arte culinario, la pecuaria, la fundición de metales!
¡Si tuviesen esa oportunidad, aún estaríamos en la prehistoria; pidiendo «Volvamos
a los métodos tradicionales»! … ¡El proceso civilizador es la «marcha de la
racionalización»: sustitución de la magia, del empirismo y de la intuición por
operaciones racionales! Nuestra educación, como en la tribu primitiva, continúa
siendo una construcción artesanal elemental, con algunos pases del hechicero.
Para entender eso, analice los llamados «planes de clase», piezas elucubradas
sin hacer ninguna referencia científica. La nutricionista es quien prepara hoy
nuestra alimentación, un técnico que, por hipótesis, conoce las relaciones de
la alimentación (contenido) con el organismo (mente). ¡El profesor no sabe nada
sobre epistemología del conocimiento (contenido) y sobre los procesos mentales
de asimilación (psicología de la inteligencia)! ¡¿Cómo convertir este «tejedor»
anacrónico, formado hace más de un siglo en la época en que se inventó el telar?!
¡¿Cómo convencerlo de que no puede competir con la televisión y la
computadora?! ¡¿Cómo convencerlo de que la memoria electrónica y los robots
subvirtieron las metas históricas del sistema escolar?! ¡¿Cómo convencerlo de
que es un fósil superviviente en un mundo transfigurado?! Nadie sabe cómo
convencerlo… ¡Nadie consigue convencer al profesor, que él no es
suficientemente competente si lo comparamos con el mundo técnico-científico en
el que vive! ¿Cómo, entonces, reformar la educación? El periódico «Jornal do
Brasil», del 6 de enero de 1988, tenía un titular sugestivo para tratar a los
maestros esclerosados: «Desprogramación recupera fanáticos na Espanha». Se
trata de un equipo que intenta devolver a los padres sus hijos «secuestrados»
por sectas religiosas. ¡El poder público podría crear un servicio parecido para
«desprogramar» al profesorado tradicional, incapaz de reciclar su
comportamiento profesional, para sintonizarlo con la tecnología y la ciencia
actuales!
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