El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

viernes, 20 de enero de 2012

El HOBRE DE UN ÚNICO LIBRO



 Extraído del libro
PARA QUÉ SIRVEN LAS ESCUELAS
Lauro de Oliveira Lima
Rio de Janeiro, RJ : VOZES 1995

Samir Curi Mesarani (que descobrió cómo enseñar redacción), dijo lo siguiente en un tabloide: “(...) El libro didáctico, en general, es un libro feo, mal escrito y mal diseñado, mediocremente impreso, un verdadero objeto “kitsch”, cursi, (...) un producto cutre de una copiosa industria, alegándose que “es esto que les gusta a los profesores. (...) Em el mismo no hay nada nuevo, ni nada coherentemente viejo. (...) Adoptado por un mediador, como si fuese una receta médica. (...) Si el profesor no es oligofrénico, de tanto leer ciertos libros, acaba siéndolo. (...) La escuela es, sabidamente, una desfasada agencia de información …”.
Si un marciano llevase de la Tierra un “libro didáctico” para evaluar el nivel mental de los terráqueos, sus superiores con seguridad llegarían a la conclusión de que el ser humano, usando este tipo de instrumento didáctico, ¡es un débil mental!... No se sabe por qué las editoras vomitan anualmente (el libro didáctico dura un año lectivo) este montón de estupidez mal impresa e mal encuadernada, el único libro que la mayoría de los alumnos jamás usará. ¿Por qué no se les entrega a los alumnos lindos y modernos manuales que guardarán y consultarán el resto de sus vidas? En algunas escuelas, al finalizar el año lectivo, los alumnos rompen los libros didácticos y conmemoran que pasaron de año con este tipo de confeti de segunda clase.
El libro didáctico es una muestra gráfica del bajo nivel del sistema escolar. El MEC/FAE (Fundación de Asistencia al Estudiante), PLI-DEF (Programa del Libro Didáctico de Enseñaza Fundamental) compró, hace algún tiempo, la chatarra existente en los sótanos de las editoras, toneladas y toneladas de sobras, para distribuir en las escuelas, en un torpe acuerdo con esta industria, que se alimenta de la falta de autenticidad del sistema. Cierta vez, em la década de 1950, el MEC mandó traducir un excepcional manual didáctico americano de física y ciencias naturales y lo distribuyó en el sistema escolar. Hasta hoy, sus poseedores lo conservan como reliquia, porque los buenos libros no se vuelven obsoletos. Los alumnos deberían recibir una gramática, un libro de biología, uno de física, uno de aritmética, etc.,  de alto nivel científico, sólidamente encuadernados, para durar toda la vida. Em su lugar, el MEC adquiere de la industria corrupta del “libro didáctico” manuales fragmentados, arcaicos, llenos de errores, sin ilustraciones, sin inspiración de actividades. Ni se sabe por qué son denominados “didácticos”. Es un complot entre las autoridades de la educación y este tipo especial de librero. Las editoras de libros didácticos no se confunden con las otras casas editoriales, incapaces de participar de ese atentado contra millones de niños indefensos. Los libros didácticos son impuestos por las escuelas. Es innegable que los profesores también participan de esa mafia corruptora. De otra forma, ya habrían sabotado este tipo de material, que denuncia la estupidez de los autores, de los editores y de los profesores que los utilizan.
Recientemente, han aparecido estudios e investigaciones sobre el libro didáctico, al respecto de los prejuicios que los mismos vehiculan contra negros, mujeres, pobres, predicando una falsa aristocracia pecuniaria y un fascismo subliminar*. El más destacado es el anacronismo de los libros didácticos, incapaces de incorporar las conquistas científicas, ya no digo de los últimos años, sino por lo menos del último siglo (los libros didácticos son copias, repetidas y reimpresas al infinito, de manuales extranjeros arcaicos). Lo normal sería que , a cada año, el “tratado” recibiese un suplemento (como lo hacen las enciclopedias), actualizando las informaciones contenidas. Sucede lo contrario: la editora no permite modificaciones en el texto, para reaprovechar los fotolitos, hace años archivados en las estantes. Como el “libro didáctico” va a pasar por las manos de millares de profesores y alumnos, las editoras podrían adjudicar premios para quien sugiriese modificaciones que mejorasen estos instrumentos de trabajo continuamente. 

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