El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

miércoles, 25 de febrero de 2015

Colegio: estera de producción (Parte 2)

Lauro de Oliveira Lima. Libro: Temas piagetianos.
Ed. Ao Livro Técnico
Colegio: estera de producción
(Parte 2)
¿Escuela o máquina Xerox? – Einstein fue un pésimo alumno – ¿Creatividad o estandarización? – Ni palmeta, ni Pedagogía – El orientador se transformó en un psiquiatra – ¿Cuál es el lugar del pensamiento divergente?
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«Nada más parecido con un colegio que una fábrica de automóviles: la estera de producción va pasando, pasando y vomitando unidades».

         No me refiero a los profesores paranoicos que llegan a sentir odio personal por el alumno que no consiguen domar y, en el primer consejo de clase, proclaman «o él o yo». Son casos psiquiátricos. Peligrosos son los que masacran con las exigencias del reglamento, reprueban a 73 % de los alumnos, ¡y salen de vacaciones con el corazón leve sintiendo que han cumplido con su deber! Jamás imaginan que fracasaron como profesionales, ya que su objetivo no fue educar al niño, sino verificar si fue encuadrado en el modelo adoptado.
         Nada más parecido con un colegio que una fábrica de automóviles: la estera de producción va pasando, pasando y vomitando unidades. Afuera, en el patio, el equipo de «control de calidad» (los examinadores) dirán quiénes son los que no se encuadran dentro de las exigencias mínimas. El colegio no asume cualquier compromiso de enseñar: produce una catarata de «salivación» y quien no consigue alcanzar las notas mínimas es dejado para atrás (es como querer llenar 50 botellas con una manguera). La tarea de cuidar del aprendizaje pasa a ser de la familia y del profesor particular y con la amenaza de reprobación. El director, un día, llama a los padres y les comunica: «El desempeño escolar de su hijo no es bueno». Y sugiere que tomen providencias... ¿Y las providencias de la escuela? El sistema escolar se basa en el hecho de que a los niños (al ser humano) les gusta aprender. Si los alumnos, de repente, no consiguen asimilar nada, ¿qué falló?
         Los directores de las escuelas, generalmente, no son especializados en Pedagogía (las «particulares» se especializan en contabilidad y las «públicas» en reglamentación). No se les ocurre que las escuelas tienen la obligación de obtener buenos resultados. Para los directores, basta que la línea de producción funcione bien. Los alumnos que no siguen el modelo son tirados a la basura, por eso los directores son los mayores enemigos de los profesores innovadores; ¡estos dificultan la rutina ya establecida!
         Asistí hace pocos días, una reunión de «padres y profesores» cuyo objetivo era comunicar que más de la mitad de la clase había sido reprobada. Cada profesor (apoyado, entusiásticamente, por el director) presentaba pruebas irrefutables de que los jóvenes eran marginales irrecuperables. No entendí que querían de los padres... Nadie se refirió a los recursos psicopedagógicos usados para interesar a los alumnos. Quedó claro que su función era recitar lecciones y la de los alumnos memorizarlas. Era como si dijesen: la línea de producción es perfecta la materia prima que nos entregan es pésima. La escuela antigua conseguiría enseñar con la palmeta. Después vino la idea de sustituir los instrumentos de tortura por la pedagogía. Pero los profesores, tan eficientes con los castigos, no aprenden a «vender su mercadería». Ha llegado el momento de nombrar profesores, los especialistas en marketing (ellos consiguen vender peines a quien no tiene cabello).

Abril, 1979 

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