Temas Piagetianos
AO LIVRO TÉCNICO S.A
Indústria
e Comércio
Río de Janeiro – RJ / 1984
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Finalmente, ¿qué es educar? 1º parte
Educar: ¿dopar,
doctrinar, inculcar o desarrollar la capacidad de escoger, de optar, de
reelaborar? Finalmente, ¿cuál es la mejor doctrina, la suya o la mía? Sócrates
no doctrinaba: proponía (como Descartes) la duda metódica. No pido permiso para
doctrinar: pido que se le dé al joven el poder de escoger.
En las sociedades antiguas (en Roma,
por ejemplo y entre nuestros indígenas) el diploma de término del curso se
denominaba «iniciación». El diccionario «Aurélio» define así la palabra
«iniciación»: «Etimol. Ceremonia,
proceso o serie de procesos correspondientes a las diversas clases de edad, con
que los jóvenes son iniciados en los ritos, en las técnicas y tradiciones de la
tribu, y así preparados para la admisión en la sociedad adulta». En el mundo
moderno, el proceso iniciático se denomina «sistema escolar» y la ceremonia
final se denomina «graduación». La antigua «iniciación», la realizaban los
sacerdotes, magistrados y en las tribus, el payé (hechicero). Hoy, los «iniciadores»
se llaman «profesores», o sea, aquellos que profesan, (propagan, profesan).
Raro es el profesor que tiene nítida conciencia de esta función. Piensan que
enseñan matemática, inglés, física, y educación física...
Eso se debe a que los profesores perdieron
el sentido histórico de su profesión cuando se crearon las materias Moral y
Civismo y de OSPB (Organización Social y
Política do Brasil). Cuando los profesores fracasan se crean cargos nuevos
para suplir sus deficiencias; orientador educacional, supervisor, director
escolar, inspector, técnico de educación, etc. La sociedad confía que los maestros
encargados de enseñar los ritos, técnicas (profesionalización), tradiciones e
ideología de la tribu (de los adultos que dirigen la sociedad) desempeñen leal y
espontáneamente, la función que se les atribuyó y por la cual fueron pagados a
peso de oro (profesores mal remunerados pueden sabotear la tarea que se les confió).
Hay profesores desleales que, pagados para iniciar a los jóvenes en la «mentalidad
colectiva» de la tribu (ver Durkheim), comienzan a incentivar que los jóvenes no
crean en los ritos, proverbios, tradiciones, slogans, organización social de los adultos que están pagando por
su trabajo (sociedad adulta)... ¡Más aún, si son dados de baja o perseguidos, se
consideran víctimas de injusticia! Como se ve, esos profesores desconocen,
totalmente, la finalidad de su función o son saboteadores escientes de la
estabilidad histórica de la tribu (de la sociedad adulta o del orden constituido).
Hay una especie de profesor aún más peligroso, que no cobra, rigurosamente, de
los adultos (de los iniciados) la demostración (pruebas y exámenes) de que están
preparados para entrar en el cuerpo social adulto. El verdadero maestro es riguroso
y reprueba, sin piedad, a todos aquellos que no asimilan las tradiciones de la
tribu. Por ese motivo son necesarias pruebas y exámenes sucesivos, con la
apoteosis final del vestibular,
(examen de ingreso a la universidad) donde se escogen los futuros sacerdotes,
guerreros, científicos, economistas, profesores, etc. de la tribu (a través del curso universitario)…
Febrero, 1979 (continúa)
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