El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

miércoles, 18 de enero de 2012

¿Cuándo termina la vida familiar?



 La familia equivale para el desarrollo de un niño al útero con relación al embrión: en un cierto momento del desarrollo, el niño debe ser expelido de la familia como el feto es expelido del útero.

                   Antes de existir escuelas (¡ya hubo un tiempo en que no existían escuelas!), nadie dudaba que los niños debían ser educados por la tribu y, posteriormente, por la familia...Ahora se discute si es la familia o es la escuela quien debe educar...La familia es el arquetipo atávico de educación. Durante milenios, no hubo otro medio para educar. Y, a pesar de no existir escuelas, la humanidad no degeneró. Progresó siempre hasta producir los notables que hoy niegan a la familia el derecho de educar. Sea cual sea la organización social, un hijo fue siempre el producto de la unión de un hombre y una mujer, llámese familia o no. Sin el apoyo inicial de esta pareja, ningún niño consigue sobrevivir. ¿Cuándo termina esta etapa? Este es el problema.
                    El hombre es extremamente desprotegido cuando nace. No sobrevive sin protección. De este modelo inicial y básico, la escuela sólo se ha alejado a través del tiempo. Los extremados defensores de la familia como unidad básica y absoluta de educación piensan que la escuela es la auténtica antagonista de los procesos naturales de educación usados, tradicionalmente, por la familia. Hasta los siete años – años decisivos para la educación – el niño no tiene otro medio para educarse, salvo en países donde se propagaron jardines de infancia, escuelas maternales y guarderías, cosas de que estamos bien distantes aún. ¿Si la naturaleza nos dio un modelo que probó, a través del tiempo, su eficiencia, porque construir una organización diferente de la familia para educar? La familia es el órgano heterogéneo, constituido por un hombre y una mujer, después cercados por niños de ambos sexos, de edades diferentes, viviendo una vida autónoma, aunque profundamente sumergida en el medio social. Sirve de paragolpes entre el medio social y los niños, mientras crecen y se preparan para ser incorporados a la sociedad adulta. ¿Podría reproducirse en la escuela este modelo atávico? Si la familia no es un núcleo neurótico, es un inicio de aprendizaje.
                      El aprendizaje allí es espontáneo. Cada uno enseña lo que sabe y comparte su experiencia. Las valencias son profundamente diferenciadas, dada la naturaleza heterogénea del grupo, las diferencias de edad y de sexo. No hay, en la familia, lo que se llama, en la escuela, ‘’programa’’. La vida entra puertas adentro con toda su autenticidad, en cada momento, produciendo el mundo adulto, pero sufre sus propias convulsiones internas, también forma necesaria de aprendizaje. El papá da seguridad. La mamá, el equilibrio emocional interno, haciendo la justicia interna que se diferencia de acuerdo con las edades y las aptitudes. Los mayores ayudan a los menores y disminuyen los esfuerzos de los padres. Todos se juzgan iguales, pero reconocen la superioridad de los que tienen más experiencia. Existe intensa circulación psicológica dentro del grupo y la solidaridad es intensa. Los mayores aceptan la sobrecarga que escapa de los menores. La división del trabajo es aceptada como fatal. ¿Qué hay de parecido entre esto y una escuela?
                       Cuando a partir de los siete años, el niño descubre que la familia no puede darle todo el clima que necesita para desarrollarse, “la abandona”, paulatinamente, y va creciendo para la comunidad. Pero entre una y otra existe esta etapa de transición que se inicia por el bando (de niños), prosigue en el grupo (de adolescentes) para terminar en el equipo (de jóvenes). La escuela recibe al joven, justamente, en esa etapa ‘’grupal’’, de modo que para favorecer es desarrollo nada más debe hacer que aceptar la forma natural do crecimiento humano. Por otro lado, en esta altura, la familia debe comenzar a renunciar al control que hasta entonces ejercía sobre el niño, dejando que respire libremente, como cuando el feto completó nueve meses de gestación: es el momento de la “gracia social’’, terminó prácticamente la función de la familia, iniciándose la vida de comunidad. Lo trágico para el joven es que la familia nunca admite que terminó su función. No debía el feto nacer...


“Conflitos no Lar e na Escola”
Editora: ZAHAR

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