Libro: PEDAGOGÍA: REPRODUCCIÓN O TRANSFORMACIÓN
Lauro de Oliveira Lima Editora Brasiliense.
Colección “Primeiros Voos” Nº 9 /1982
EL MÉTODO PSICOGENÉTICO
Parte II
Supongamos que
deseásemos construir un robot con posibilidad de practicar el máximo de
acciones (maximización) de la mejor forma posible (optimización), pero no
supiéramos qué circunstancias le solicitarían la actualización o combinación de
las acciones. ¿En qué dirección dirigiríamos nuestro esfuerzo
constructivo? Evidentemente, en la dirección de crear el máximo de
posibilidades de composición de movimientos (acciones) para que el robot
pudiese enfrentar cualquier situación. Entre estas combinaciones probables
debería estar la posibilidad de cooperación (hecho sociocultural y político).
El robot más perfecto no sería el que tuviese el más completo elenco de
comportamientos almacenados, sino el que fuese capaz de fabricar – aquí y
ahora, de acuerdo con la situación – el comportamiento adecuado (apertura para
todos los posibles), precisamente lo que ocurre en el desarrollo de la
inteligencia. Una situación es letal para un organismo a medida que no dispone
de la posibilidad de construir el comportamiento adecuado para enfrentarla. Las
articulaciones de una bailarina pueden, por ejemplo, impedirla de danzar un ballet, cuyas formas exijan
combinaciones de movimientos incompatibles con sus articulaciones. Educar, por
lo tanto, es estimular el desarrollo en el individuo de estructuras con el
máximo de posibilidades combinatorias intensas, porque las situaciones
imprevisibles, de la misma forma como el máximo de organización social permiten
alta posibilidad de combinaciones entre los individuos, en la conciliación de
los intereses individuales (pacto social – “ley del máximo de lucros y mínimo
de pérdidas”). La educación, no está
relacionada con la “fijación del aprendizaje” (memorización, ejercitación,
adiestramiento, adquisición de habilidades, formación, etc.) Por lo contrario,
consiste en estimular comportamientos (individuales o colectivos) originales y
flexibles, capaces de componer cualquier solución (creatividad).
El proceso intencional
(por oposición al instinto y al hábito que son automatismos innatos o adquiridos)
de hacer combinaciones comportamentales (aislada o colectivamente) se llama inteligencia: capacidad de, ante una
situación nueva o problemática (presente, pasada o futura), construir por
combinación el comportamiento (sensorio motor, verbal y mental) que la
solucione (transponer obstáculos o vencer amenazas al organismo). Esta
capacidad combinatoria intencional (vínculos entre medios y fines) progresa del
nacimiento a la edad adulta, en etapas sucesivas
(sensorio motor, simbólico, intuitivo, operatorio concreto y operatorio
abstracto), en rigurosa secuencia, buscando estructuras “cada vez más móviles,
más complejas, más amplias y más estables”, si existe estimulación del
medio. Esta progresión, en cierto nivel, deja de ser estrictamente
individual, pasando a ser colectiva (cooperación:
organización social). Podemos, decir que educar
es estimular el desarrollo de la inteligencia.
Para algunos, esta
meta pedagógica excluiría, por ejemplo, la afectividad, la moral, los ideales.
Ocurre que afectividad es, simplemente, el tono
(comer vorazmente, abrazar cariñosamente, tratar al otro respetuosamente) con lo que una acción
(individual, mutua o colectiva) se practica, constatándose que las
posibilidades de establecer relaciones afectivas (amar, asociarse, respetar al
otro, cooperar, etc.) aumentan con el aumento del nivel de desarrollo de la
inteligencia (sensorio motora, verbal y mental). La cooperación (organización
social) y los niveles elevados de consciencia moral corresponden a altos
niveles del desarrollo de la inteligencia. No sería comprensible que los
niveles sucesivos de Inteligencia no interfiriesen en la afectividad, en la
moral, en el derecho, en la política, etc. Sería una “esquizofrenia”
escindiendo al ser humano en dos mitades independientes. Toda actividad (besar,
copular, construir una mesa, pensar, etc.) presenta dos aspectos: a) el modelo estratégico de la acción que
depende del nivel de la inteligencia del agente y b) el tono (interés, voluntad, motivación, emoción positiva o negativa) con
que la acción se realiza. Es evidente que comportamientos altamente operatorios
exigen refinada afectividad, caso contrario el impacto de las emociones
primarias perturbarían la construcción de las filigranas de estos modelos de
comportamiento. La afectividad varía con el nivel de comprensión que el sujeto
tiene de la situación. ¡Varían los
niveles de afectividad de acuerdo con el nivel de inteligencia!
Durante años busqué obtener bibliografía de Lauro, a quién conocí gracias a mi profe de Prácticas en el porfesorado de la Cdad. de Clorinda Formosa! Por cierto una persona muy cálida como los relatos de Lauro en la escuela...
ResponderEliminar