Libro: PEDAGOGÍA:
REPRODUCCIÓN O TRANSFORMACIÓN
Lauro de Oliveira
Lima Editora Brasiliense. Primeiros Voos
Nº 9 /1982
PROFESOR – PROFESIONAL
DEL QUE NO SE SOSPECHA…
Si en un
hospital los enfermos comienzan a morir sistemáticamente, la primera sospecha es
que los médicos son incompetentes. Si el edificio amenaza desmoronarse o los
barrancos al lado de una carretera deslizan, todos piensan que el ingeniero que
los construyó es el responsable. Si las zafras anuales no alcanzan el nivel de
rendimiento previsto, probablemente los agrónomos no ejercieron bien sus funciones.
Si la empresa pide falencia, se debe a que tiene un mal administrador. Pero si los alumnos no aprenden... ¡si son reprobados
en gran cantidad, es porque el profesor es riguroso! ... En síntesis, el profesor
es el único profesional del que no se sospecha. Según afirman los manuales
tradicionales de pedagogía, la función del profesor sería enseñar, y “si el
aprendiz no aprendió el profesor no enseñó” – dice un slogan de TWI, método de enseñanza creado durante la última guerra
por los estadunidenses para apresar el entrenamiento del personal destinado a
las industrias. Debemos parar con esta manía de atribuir todo el fracaso
escolar a los alumnos. Los genitores, por ejemplo, más honestos que los profesores,
crearon una ESCUELA DE PADRES, en la cual
intentan descubrir sus propios defectos y fallas.
Necesitamos
inventar un sistema de evaluación de la competencia y de la personalidad del
profesor, sobre todo considerando que para esta profesión, dejando de lado las
excepciones de praxis, se matriculan los que no tienen competencia o coraje
para enfrentar el vestibular de las “grandes escuelas”, como medicina e ingeniería.
En los cursos superiores de matemática, física y de biología, invariablemente
optan por el magisterio los peores alumnos, como si las escuelas fuesen la lata
de basura profesional. Sabemos que los profesionales que fracasan en sus propias
profesiones, vienen, casi siempre, a refugiarse en el magisterio. Los bajos
sueldos que reciben los profesores alejan de esta carrera a las inteligencias más
brillantes. Todas estas causas que se agregan al desprestigio histórico de la
función (en Alemania, por ejemplo, los mutilados de guerra eran nombrados profesores,
sin indagarse sobre su formación), reducen al magisterio a la verdadera chatarra
profesional, de donde emergen, aquí y allí, pero raramente, como la flor de los
pantanos, verdaderas “vocaciones” de educadores.
Existe una
constelación de especialistas (orientador, instructor, repetidor, ortofrenista,
logopedistas, neuropsicólogo, psicopedagogo, etc.) cuya función es recuperar a los alumnos que no consiguen
aprender. Las facultades de psicología expelen, anualmente, un verdadero ejército
de especialistas en psicología clínica (psicoterapia) cuya clientela serán los
“mutilados” del sistema escolar, y nadie sospecha quiénes serían los responsables
por esta “masacre”. Ninguna empresa, institución, industria, hospital trabajaría
con la cuota de fracaso del sistema escolar (evasión y reprobación), hecho antiguo
que no sensibiliza a los profesores y administradores responsables por este
fracaso catastrófico. Es inmensa la literatura sobre niños que no obtienen buenos
resultados en las escuelas, y en torno de ellas hay un gran número de
especialistas cuyo éxito profesional depende del fracaso escolar. Si el sistema escolar, de repente, fuese eficiente
en la aprobación y la evasión, millares de especialistas perderían el empleo y los
cuadros administrativos colapsarían por exceso de matrícula. No existe, con todo,
un único libro sobre la “incompetencia de los profesores” ni sobre la ausencia
de diagnóstico referente a profesores narcisistas, sádicos, ignorantes, blasés, irritados, inmaduros,
neuróticos, etc., presencia amenazadora cuya hipótesis debería verificarse, aunque
no fuesen sintomáticas las condiciones de reclutamiento del magisterio. Hay
profesores que ni siquiera aprenden a hablar en público, a pesar de precisar pasar
toda la vida discursando... Quien da cursos de reciclaje sabe cómo el magisterio
está repleto de individuos inmaduros, con grave problema personal, incapaces de
enfrentar situaciones de tensión y de transmitir a los jóvenes un modelo de
personalidad resuelta, no teniendo la mínima condición de motivar a sus alumnos
para una actividad productiva. Los niños y los jóvenes, como los canes,
rápidamente perciben que el profesor es más inseguro que él mismo y que nada podrán
obtener en materia de orientación vital (Lebensplan).
Jamás podrían por lo tanto, adoptar procesos didácticos, como la “dinámica de
grupo” en que emergen todos los problemas enterrados por la represión familiar,
escolar y cultural (la metodología adoptada no está basada en posiciones
teóricas o en el reconocimiento de la superioridad técnica de determinados
procesos pedagógicos, sino en problemas de inseguridad personal). Probablemente,
gran parte del fracaso escolar sea
culpa exclusiva de los profesores y de la inmensa máquina burocrática en que
está encastillado (del bedel o inspector de clase al Ministro de Educación).
Solo teóricamente el objetivo del
profesor es enseñar. La mayoría de los profesores se comporta como carceleros o
guardas que vigilan el trabajo forzado de los presidios. No tienen la mínima
preocupación sobre se hay, de hecho, aprendizaje, seguros de que disponen de las
pruebas y exámenes para forzar a los alumnos recalcitrantes a estudiar (el parco
aprendizaje que aparece nunca ocurre en clase, sino en las vísperas de los exámenes,
por tanto como efecto de la coacción). Dedica gran parte de su tiempo a la
disciplina, como ocurre en el ejército.
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