Lauro de Oliveira Lima. Libro: Temas piagetianos.
Ed. Ao Livro Técnico
«Es
necesario crear
una
nueva forma de pensar»
Einstein
(parte
1)
El 14 de marzo de 1879, nacía en Ulm,
una pequeña ciudad alemana a orillas del río Danubio, un niño con la cabeza tan
grande y angulosa que preocupó, considerablemente, a sus familiares. El bebe,
sobre el cual el médico afirmó que era un niño perfecto, recibió el nombre de
Albert Einstein.
Era como si la Historia, estuviese uniendo
el nombre de Einstein – precursor de una nueva era – al de Kepler – artífice de
la época científica anterior – que muriera en esa misma ciudad, Ulm, cuna del
mayor científico del siglo XX – el «Siglo de Einstein».
Las teorías einsteinianas provocaron
profundas modificaciones en la Física clásica y con ellas conquistó el Premio
Nobel de Física, en 1921, por su Efecto
Fotoeléctrico descripto en la Teoría Fotónica de la Luz. Pero, sobre todo,
Einstein fue un hombre polémico. Siendo un pacifista, contribuyó a la construcción
de la primera bomba atómica y, aunque creyera en Dios, reformuló leyes que se
pensaba que eran eternas. Su infancia tampoco fue una de las más tradicionales.
Solamente empezó a hablar cuando cumplió tres años de y oyó de uno de sus profesores
la vana profecía: «Nunca llegarás a ser algo en la vida». Pero, una brújula que
recibió de regalo cuando tenía cinco años y el libro de Geometría de Euclides, cuando
ya tenía 14 años, despertaron, en aquel niño, una profunda identidad con las fuerzas
del universo.
Seleccionamos, entre sus puntos de
vista, algunas consideraciones significativas, que transcribimos a continuación.
A
un estudiante:
- No se preocupe con sus dificultades con
la matemática. Puedo asegurarle que las mías son aún mayores.
Sobre
la humildad:
-
Cada persona seriamente empeñada en conquistas científicas está convencida que
existe un espíritu que preside las leyes del universo – un espíritu vastamente
superior al del hombre y delante del cual nosotros, con nuestros modestos
poderes, debemos sentirnos humildes.
Los
placeres:
- No le doy importancia al dinero.
Condecoraciones, títulos y otras distinciones no significan nada para mí. Tampoco
vivo buscando elogios. Las únicas cosas que me dan placer, además de mi trabajo,
mi barco a vela y mi violín, son la comprensión y el aprecio de mis compañeros
científicos.
Sobre el espíritu
de la ciencia
- Soy, por naturaliza, enemigo de las
dualidades. Dos fenómenos o dos conceptos que parecen diversos me ofenden.
Mi mente tiene un objetivo supremo: suprimir las diferencias. Así, permanezco
fiel al espíritu de la ciencia que desde el tiempo de los griegos, siempre
aspiró a la unidad. En la vida, como en el arte, también es así. El amor tiende
a transformar dos personas en un único ser. La poesía con el uso perpetuo de la
metáfora, que asimila objetos diversos, presupone la identidad de todas las cosas.
Si
sus afirmaciones no se confirmasen:
- Entonces lamentaría por el buen Dios,
pues la teoría está correcta.
Abril, 1979
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