El Profesor Lauro de Oliveira Lima falleció el 29 de enero de 2013. Nosotros, familia, amigos, colaboradores y admiradores, continuaremos a publicar en este blog material extraído de su vasta obra, para que su mensaje pueda alcanzar a más y más personas y, quién sabe, elevar a la Educación a un nivel de excelencia y resultados efectivos en pro de nuestros niños y adolescentes.

Por una educación a través de la inteligencia y abierta para todos los posibles…

lunes, 30 de marzo de 2015

El juego como forma de aprendizaje (Parte 1)

Lauro de Oliveira Lima. Libro: Temas piagetianos.
Ed. Ao Livro Técnico
El juego como forma de aprendizaje
(Parte 1)
Juego vs. «orden unida» – Homo Ludens vs. Homo Faber – El juego como plenitud de la capacidad operativa – Inteligencia: ruptura de la rutina de funcionamiento – La felicidad es inteligente – Algoritmos (fórmulas) y estrategias (juego) – Aprender es jugar.
         De acuerdo con la Biblia, el paraíso terrestre se caracteriza por la ausencia de trabajo. Dios no encontró una forma más drástica para punir Adán por su «curiosidad» que darle la siguiente sentencia: «de ahora en adelante, ganarás el pan con el sudor de tu rostro...». Realmente, nada más tedioso que la rutina enervante del trabajo. El hombre que trabaja sueña con el final de semana, con los feriados, con las vacaciones de fin de año, con la jubilación... Todos envidiamos la fiesta permanente de la vida de los «primitivos» (nuestros indígenas [los brasileños] se bañan tres a cuatro veces por día en los ríos). ¿Por qué será que jugamos con tanto entusiasmo (a veces, juegos violentos y cansadores) y nos enervamos tanto con el trabajo? Porque el trabajo, con sus rutinas y su estereotipia, limita la polivalencia de la capacidad de acción del ser humano, al paso que el juego se caracteriza por el estímulo al uso-límite de esa capacidad. Y ¿cuál es el papel del adversario? Precisamente, llevar al jugador a construir estrategias tan nuevas y sorprendentes que no puedan ser previstas por el adversario (cuando el trabajo contiene esos mecanismos, se transforma en juego y adquiere el tono del placer).
         «Todas las actividades lúdicas son, necesariamente, inteligentes. El juego es fuente de alegría, entonces...».
         El juego, la victoria o el éxito dependen de la exploración de todas las posibilidades estratégicas inherentes al tipo de actividad que se está realizando. El trabajo, al contrario, es más eficiente, cuanto más el individuo reproduce el modelo juzgado adecuado para obtener el fin deseado (mercadería). Normalmente, el trabajo se transforma en hábito, en repetición, en «reacción circular», precisamente lo que jamás debe suceder con el juego. Porque es inteligente, o sea, inventivo, creativo, transformador, no pueden gustarle, al hombre, las rutinas (el hecho de que las mismas le gusten, de por sí, indica, seguramente, debilidad mental). El juego es la manifestación de la inteligencia en su actividad creativa.
         La rutina, la repetición, el hábito son modelos de funcionamiento que provocan la identidad del organismo y la parálisis de la vida mental. La inteligencia solo se manifiesta delante de lo nuevo (problema). Las situaciones repetidas apenas exigen la utilización de la memoria y de los automatismos. La mayor parte de los hombres, solo pone de manifiesto la inteligencia en las raras ocasiones en que están jugando, ya que, en la vida diaria los individuos se limitan a usar mecanismos reproductores de las rutinas aprendidas. Inconscientemente, el hombre busca todos los medios para transferir sus rutinas a las máquinas (automatización). El cálculo (las tablas, por ejemplo) es un automatismo que no se relaciona con la inteligencia (a pesar de las observaciones contrarias de los matemáticos ingenuos). ¿Qué hizo, entonces, el hombre? Creó la máquina de calcular para no ocupar su cerebro con actividad indigna de su infinita complejidad. Tradicionalmente, la escuela (partiendo del modelo cultural del trabajo), en vez de promover el juego, se dedica a ejercitar, o sea, a transmitir rutinas, hábitos y automatismos. El ejercicio, como el trabajo, en vez de desafiar las posibilidades operativas de las estrategias mentales posibles, lleva a la repetición ad nauseam de un modelo y transforma las actividades en algo insoportable para el niño (un niño no trabaja porque la rutina es incompatible con el proceso creativo que se está desarrollando dentro de sí).
         «Cuando llamamos a la escuela de liceo, inconscientemente afirmamos que aprender es jugar». …

Agosto, 1979

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